Advirtiendo que no es desde que comenzó este gobierno, sino desde tiempo atrás que, ya venía el cáncer incurable de la extorsión; me siento obligado a reiterar que, por la práctica de este delito, ya se están haciendo invivibles algunas zonas.
En la mayoría de los municipios del País, la «vacuna» que hay que pagar para ejercer cualquier actividad económica, es un normal hecho cotidiano.
Desde las ambulancias, hasta las ventas en las esquinas, para poder trabajar, deben pagarle a una mafia pre establecida. Los contratos de obra pública no están exentos de este tributo; si se niegan a pagar, les queman las máquinas, como sucedió en la zona de la carretera a Buenaventura, por Anchicayá.
¿Quién fija el valor de esta tasa impositiva? Cada grupo tiene sus tarifas que, pueden cambiar conforme al genio con que amanezca el jefe local de los bandidos. Esa doble y, a veces triple tributación, está ahuyentando, de muchos lugares del país, a los contratista de obras Públicas, aumentando así el marginamiento.
Conozco, incluso, medios de comunicación que deben pagar «vacuna» por su existencia.
Se requiere un gran plan nacional contra la extorsión; debe ser un propósito nacional controlar este delito; los vendedores de víveres en las plazas de mercado, los transportadores, los agricultores, los ingenieros, los dueños de almacenes, los puestos ambulantes de frutas, etc. no resisten más esta amenaza.
Frente a esto no hay polarización, porque a todos les toca el padecimiento de este chantaje.
Muy conveniente sería para este gobierno, convocar una cruzada nacional contra la extorsión que, sin duda, tiene un consenso en todos los sectores de opinión.
Ñapa: De la marcha de los descontentos con el gobierno, solo diré una palabra: INNEGABLE
Ñapita: Lástima que a algunos protagonistas de los grupos políticos, les haya dado por «asaltar», cualquier reunión, para apropiarse de ellas. Eso les genera repudio en lugar de cariño. Por ejemplo, la marcha de ayer en Cali no era de un grupo político, como quiso hacer parecer la oradora que se tomó la vocería durante interminables minutos.