Me encantan las reuniones donde se incentiva la investigación de los temas a través de Google.

La última reunión de parientes y vecinos fue realmente muy interesante pues, aprendimos el nombre de por lo menos 34 enfermedades y conocimos de partes nuevas de la anatomía humana.

Lo más notable, sin duda, es comprobar que el machismo ha hecho que las esposas, novias u compañeras permanentes, sepan más de la próstata que los hombres.

Anuncio

A nosotros nos hizo el tacto una médica de lo más querida y a este zoquete le dio pena, dijo la esposa de un vecino que, lo acompaña al médico. El machista éste dijo que, tenía más confianza de hablar del criaturero con un hombre; como si las mujeres no tuvieran un dedo más delgado, agregó la docta señora.

Nos informó también que, tenían un poco grande la próstata, pero, nada de peligro. Eso sí, su marido no debía montar en bicicleta; ejercicio fatal para esa glándula que, yo creía era exclusiva de las machos, hasta esa reunión en la cual me informé que también era de sus parejas.

Otra compañera de siempre de un pariente nos habló que a ellos les había aparecido una inflamación rarísima en la túnica albugínea. Inmediatamente recurrí al Dr. Google, para averiguar dónde quedaba esa ruana y descubrí que era una cosa de lo más íntima. Es una membrana que cubre el parénquima testicular; como ven, no es cualquier guevonada lo que tiene esa pareja.

Por si fuera poquito, otra respetable señora que, lleva más de 40 años de casada, nos informó que lo peor que les había pasado era el dolor en el epidídimo (busquen en Google, vagos; verán que ese tema no es paja). El remedio fue que dejaron de usar calzoncillos sueltos y ahora los usan apretados. Si ella lo dijo, yo lo creo.

Un buen e importante aporte lo hizo la señora del más veterano presente, cuando nos informó que, después de la operación de la próstata, ya no se levantaban sino dos veces a orinar en la noche.

El tema de fondo es por qué los hombres tienen reservas de acudir a las mujeres urólogas, aduciendo que les da más confianza hablar de esos temas con especialistas hombres; especialmente el de la firmeza viril. Actitud machista, como lo dijo mi vecina. A las mujeres sí les toca mostrar todo a los ginecólogos hombres. No solo las esculcan por allá, les meten el dedo, les aprietan sus glándulas mamarias y ellas no alegan que ellos no tienen vagina, ni senos.

La conclusión fue simple e inapelable: Los hombres son unos cobardes para las enfermedades; nunca cuentan al médico todo lo que tienen; les avergüenza hablar de los temas en las partes nobles, especialmente del marqués pipí. Por eso, es necesario que vayan con sus parejas donde los médicos, pues ellas sí saben lo que es tener un dolor testicular y un pipí perezoso.

Si algún lector no está de acuerdo con lo expuesto en este susurro es porque está soltero, separado o viudo; así, cualquiera es varón.

Ñapa: ¿Ya fueron al urólogo u uróloga, para hacerse su tacto prostático? El cáncer prostático es la enfermedad más común en hombres de más de 45 años; es totalmente curable si se descubre a tiempo.