Por: Gustavo Alvarez Gardeazabal
Pereira logró buen nombre y respeto nacional por el empuje de sus gentes, el civismo conque movilizaban hasta lo imposible y, sobre todo ,por su capacidad de tolerancia a propios y extraños. En Pereira entonces se podía invertir porque era fácil reconocer como la ciudad progresaba, sus vías se modernizaban y la rentabilidad aumentaba.
En Pereira, también, se podía parrandear sin peligro, lejos de la extorsión y la amenaza de los traquetos que se quedaban fuera de sus limites geográficos. Por todo ello, y por mucho más, Pereira mantuvo durante más de 50 años, y muy bien tenido, el Zoológico Municipal, donde millones de niños del Eje Cafetero y los departamentos vecinos facilitaron el conocimiento de los animales cautivos.
Por alguna razón del deterioro que se fue haciendo visible en casi todas las cualidades que simbolizaban a Pereira, el zoo lo entregaron, por contrato, al parque Ukumarí y lo que era fue dejando de ser.
El civismo y el empuje se volvieron recuerdos o los cambiaron por las cooperativas de contratistas conque se camuflaron los políticos.
La dirigencia de antaño comenzó a ser desplazada por los muchachos que se criaron tolerando o aun envidiando las andanzas de La Cordillera y los otrora mandamases nacionales de los partidos reemplazados por unos concejalitos con nombres extraídos del almanaque Bristol o de los innombrables de Youtube.
En el zoo acaba de registrarse un acto tan despreciable que le va a servir a Pereira de chapa vergonzosa para siempre. En una actitud imbécil, ordenada y realizada por algún pereiruto, asesinaron a Pancho y Chita, dos chimpancés qué se habían volado del zoo. Ni a los directivos del parque Ukumarí se les ocurrió usar balas somníferas, ni tenían redes capturadoras ni llamaron a los bomberos .No. Les dispararon. Los asesinaron. Seguramente ellos y todos los responsables creen que para pasar de ser pereirano a ser pereiruto solo basta arreglar a bala las dificultades.