Llevo vinculado a los llanos orientales de Colombia, casi por 35 años; he visto su desarrollo agropecuario y el mejoramiento sustantivo de las poblaciones, producto de las regalías petroleras y la vinculación de importantes firmas nacionales e internacionales agropecuarias.
He vivido de cerca la violencia y el mejoramiento que trajo la firma del proceso de paz, durante unos años.
Orgullosamente me siento «llanuno» y, como otros vallecaucanos, hemos construido empresas e incorporado tecnologías para hacer más productiva esta tierra, escasa de capa vegetal pero, abundante en agua, naturaleza pintoresca y de gente amable, pujante y trabajadora.
Digo esto para indicar que, tengo autoridad moral para contar la «tragedia griega» que es la carretera Bogotá a Villavicencio, en la cual me ha tocado desde dormir dentro del vehículo, estar retenido en retenes guerrilleros y ver todo tipo de derrumbes y accidentes viales.
Parece una ruta maldita; se ha invertido billones de pesos, para construir la mitad del trayecto en doble calzada, hecho que nunca he podido entender. ¿Por qué no se concesionaron los 87 kilómetros desde el principio?
Es bueno recordar que, la de esta vía fue una de las primeras concesiones viales que se adjudicaron. Se llaman concesión de «primera generación» donde, increíblemente, a través de INVIAS el gobierno daba igual dinero que la firma concesionaria, la cual recibía el peaje y el gobierno, al mismo tiempo, daba dinero; un tumbis descomunal al cual nunca se le ha hecho el juicio que merece.
Nadie puede negar la gran obra de ingeniería que se ha hecho y los múltiples túneles y viaductos construidos, pagando 3 muy caros peajes, en menos de 90 kilómetros. Reitero que, esas obras solo cubren la mitad del trayecto puesto que, la otra mitad sigue siendo de 2 carriles. Es decir, a la mitad de la ruta se sale de dobles calzadas y se llega a un embudo.
No hay un año en que no se cierre la vía durante varias semanas, por problema de derrumbes. Es increíble que, sabiendo donde caen derrumbes, no se hagan las obras preventivas en épocas secas y haya que hacerlas en pleno invierno.
Bogotá depende en gran parte de la alimentación que surte el Llano; por tanto, es una vía vital para la capital. Son los Bogotanos los que deben exigir soluciones definitivas a esta ruta y no dejar solo a los llaneros, la protesta.
La demostración de la desidia gubernamental de siempre, en el tema de obras viales, está en las carreteras a Villavicencio y Buenaventura; desde hace 60 años se está hablando de sus dobles calzadas. Increíble que estas carreteras tengan menos de 90 Kms. de longitud; a este ritmo, llegará el 2050 para que estén terminadas.
Ñapa: Estoy seguro de que, en la familiar entrevista entre padre e hijo, Petro jamás habló del proceso judicial en curso; todo versó sobre la infancia y anécdotas familiares de esa tan unida familia. Haber hecho algo distinto sería violar la ley y la honorable familia presidencial jamás haría semejante cosa.
¡Zoquetes que somos!