Por: Mariela Díaz Romero

Hace dos años, en el mes de agosto de 2021, las noticias sobre el ascenso del gobierno Talibán en Afganistán dio la vuelta al mundo.

Una de las caras más funestas han sido las restricciones impuestas a las mujeres. Antes de tomar definitivamente el poder, los talibanes hicieron creer a las mujeres que podrían continuar estudiando y trabajando, pero no ha sido así.

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La prohibición más reciente consiste en negarles el acceso al parque nacional Band-e Amir.

De acuerdo con las declaraciones del ministro para la Prevención del Vicio y la Propagación de la Virtud, Mohamed Jaled Hanafi, y que han sido difundidas por diversos medios españoles, muchas de las mujeres que visitaban el parque no llevaban dentro el yihab que les cubre el rostro, por lo que han decidido restringir el paso de las féminas hasta que encuentren una solución.

El parque de Band-e Amir es desde el año 2004 Patrimonio de la Humanidad, y desde 2009 es el primer Parque de Afganistán.

Cuenta con seis lagos ubicados en las montañas del Hindu Kush, de aproximadamente 3.000 MSNM. Quizás para una mujer que no sea afgana sería normal ir a este entorno natural en pantalones cortos, camiseta y una gorra, pero nunca con un pañuelo que le cubra la cara.

La restricción de acudir a este enclave natural es solo una de las muchas que se les ha impuesto a las mujeres afganas. Desde 2021, las niñas tienen prohibido estudiar más allá de la primaria mientras que las jóvenes y adultas no pueden hacerlo en el extranjero.

No solo las noticias dan una dimensión de este apartheid feminicida, también lo hace la literatura a pesar de algunas dificultades de conseguir traducciones en español.

Desde la autoficción, la escritora afgana Nadia Ghulam relató en “El secreto de mi turbante” cómo y porqué durante 10 años se hizo pasar por un chico para trabajar.

Nacida en Kabul, en 1985, cuando tenía ocho años de edad, Nadia vio como una bomba mató a su hermano, destruyó su casa y le desfiguró el rostro.

Estuvo en coma y durante dos años tuvo que permanecer en el hospital para recuperarse. Entonces, cuando regresó pensando que podría al fin continuar con la vida de una niña normal, encontró que los Talibanes estaban en el poder. Ya desde entonces, en ese primer gobierno, las prohibiciones se habían instalado en la vida de las niñas, de las jóvenes y de las mujeres del país.

Así, salir a la calle estaba prohibido sin la compañía de un varón, por supuesto trabajar también era un imposible.

“Yo necesitaba salir de casa y trabajar, estudiar, porque primero necesitaba llevar un trozo de pan a mi familia y por otro lado, tanta ilusión y tantas ganas que tenía de aprender ¿cómo podía dejar de estudiar?”, explicó Nadia Ghulam en un documental que realizó Radio Televisión Española.

Así, hasta los 21 años Nadia se visitó de chico para trabajar y recibir algo de educación. La construcción y un taller de bicicletas fueron dos oficios que tuvo que ejercer. Hasta que pudo salir del país con la ayuda de una ONG, y llegar a España, donde vive actualmente. Ya en suelo español pudo recuperar su identidad.

Aquellos años de miedo a ser descubierta, porque hubiera supuesto una condena a muerte por lapidación, han sido materia de escritura de su primer libro “El silencio de mi turbante”.

Junto con Javier Diéguez, escribió el segundo libro “La primera estrella de la noche”.

Con esta obra quiso no solo recordar a su madre, que cambiaba por completo cuando salía la primera estrella y ello le transmitía calma, sino también a muchas de las mujeres de su familia, que también tenían ilusiones como ella y debieron superar las frustraciones de haber nacido y crecido en un ambiente tan hostil.

En Afganistán, las mujeres no solo han sufrido las restricciones del gobierno talibán sino también los estragos de una guerra civil en la que las violaciones son algo frecuente. Sin embargo, Ghulam encontró en la autoficción una forma no solo de curar sus propias heridas sino también de compartir con el mundo el dolor y la frustración de ser mujer en Afganistán. Su libro más reciente se titula “Soñando la paz”. Un sueño que ojala sea realidad algún día.