Que Odebrecht financie campañas políticas, como lo hacen el Grupo Aval y todos los conglomerados financieros, es sin duda una gran imperfección de nuestra democracia.
Nadie con interés en buscar contratos y negocios con el gobierno, podría tener permitido dar dinero a las campañas. No se da dinero sin esperar compensación. Soy partidario de la financiación estatal de la política, por cara que sea.
Lo conocido esta semana de que, FECODE le dio a la campaña de Petro y Francia, dinero proveniente de los aportes de los educadores estatales, merece capítulo aparte, no sólo por el hecho de que nunca fue reportado ese dinero como entrado a esa campaña, sino por la implicación que trae que el sindicato de maestros oficiales, sea aportante de unamillonaria suma a una campaña política.
No sé qué es peor, si que, con ese dinero, FECODE pretendió comprometer al gobierno para que les diera beneficios o que, el gobierno reciba dinero de los maestros, lo cual es muy grave y, después, no les cumpla sus exigencias. ¿La plata de los aportes a su sindicato, por parte de los maestros, es para financiar campañas políticas?
¿Había antecedentes de aportes de FECODE a campañas presidenciales o es la primera vez que lo hace? ¿Se consultó a la base docente para hacer ese aporte? ¿Todos los afiliados a FECODE son afectos al petrismo?
Este suceso no puede quedar sin esclarecerse plenamente; urge saber quién autorizó ese aporte electoral y por qué no apareció reportado. Igual que se investiga a los ODEBRECHT, se requiere investigar a los de FECODE.
No sobra dejar otro interrogante: ¿Cuántos maestros afiliados a FECODE fueron jurados en las pasadas elecciones presidenciales?
Ñapa: Vuelve nuestra sabrosa Francia al África; va a demostrar cómo van sus clases de suajili y a traer maestros de ese idioma para el bilingüismo de las escuelas del país.
Ñapita: El ministro de Hacienda ha hecho una muy importante y categórica afirmación: «El presidente Petro nunca toma tragos alcohólicos; solo toma gaseosa». No dijo qué gaseosa, supongo que no es Coca-Cola. ¡Habrá que creerle!