Por: Gustavo Alvarez Gardeazabal
El jueves pasado, dentro del marco de la Feria del Libro de Cali, tuve un interesante conversatorio con el exministro Alejandro Gaviria sobre la posición en que él ha quedado después de publicar su libro EXPLOSIÓN CONTROLADA, donde plantea sus crisis con el presidente Petro y su salida del gobierno.
De todo lo que hablamos ante un público que no parecía sentir simpatía por el exministro saqué una conclusión apabullante. Gaviria salió del gabinete de Petro porque tanto el uno como el otro perdieron la confianza mutua que debe tenerse en un oficio de esos. Petro perdió la confianza en Gaviria y este la había ido perdiendo poco a poco en el presidente.
Pero si eso puso punto final a un gobierno de colaboración y trastada tras trastada nos ha llevado a este maremágnum autodestructivo, yo me preguntaba al volver desde Cali si acaso los colombianos hemos perdido la confianza en el gobierno de Petro y ha llegado la hora de medirla democráticamente .La oportunidad de hacerlo la pintan calva.
El 29 de octubre los colombianos podríamos negarle la confianza a Petro votando en contra de los concejales, diputados, alcaldes y gobernadores que se han acogido a su sombra.
Sin embargo como el Pacto Histórico, bajo cuyas banderas se eligió Petro presidente, es una agrupación política prácticamente inexistente, el golpe democrático que se le daría al mal gobierno puede diluirse y no servir para ningún efecto político contundente.
Más aún, como todos los que van a ser elegidos tienen la misma posibilidad de ser convertidos en contratistas del estado o de representar a los contratistas que les financiaron o les van a llenar de ilusiones su futuro.
Y, en especial, como estamos frente a unos partidos políticos agonizantes y ante una ausencia de líderes que despierten bríos y credibilidad, el golpe del 29 de octubre puede terminar siendo un acto masturbatorio y sin más gozo que el instantáneo de saber que se derrotó a Petro. Pero y después ?