Las consecuencias de la carta abierta a Petro, de la periodista María Jimena Duzán, va a ser, no lo duden, de mucha profundidad; representa otro fuerte golpe al gobierno, en estos momentos críticos.
A los 8 días de una innegable derrota electoral, el gobierno se enfrenta a demoledores problemas como:
-El secuestro del padre de Luis Díaz, por parte del ELN.
-La levantada de la mesa de diálogo, por parte de las disidencias de la FARC.
-Las adicciones del presidente, según la carta-denuncia de la periodista Duzán.
-La crisis de la salud.
¡Mejor dicho, el poder ejecutivo está zozobrando!
Frente a estos problemas, el gobierno sigue cazando peleas y defendiéndose con cifras erradas, en el tema de la salud y, dando declaraciones encontradas y dubitativas en el tema de la paz.
Para colmo de males, los defensores del gobierno no pueden ser peores:
-El expresidente Samper quien pide que se le reconozca al ELN su «generoso gesto» de aceptar que secuestró al padre de Diaz. ¿Habrase visto semejante estupidez?
-La Dra. Corcho y el Dr. Roy, en el tema de las manifiestas adicciones de Petro. Es de no creer lo de malas el presidente, con semejantes desacreditados defensores que, ahora resultaron ser expertos en enfermedades mentales, producto de las adicciones al alcohol y/o las drogas. Sí resulta divertido que, la Corcho y Roy coincidan en que nunca han notado nada raro en la conducta de Petro y que, por el contrario, dan fe de su intachable comportamiento. ¡Joder!, ahora también nos creen ciegos.
Erróneo camino está tomando el gobierno, frente a este nuevo escándalo, al victimizarse por las afirmaciones sobre sus adicciones. En este momento de tan poca credibilidad, le resultará totalmente al contrario el posar de víctima y será fuertemente lacerado con el satírico humor característico de los colombianos.
Ñapa: Están de moda en Locombia el perico (café con poca leche), el postre de ñatas, el ron de palito y el ladrillo humado; elementos que han adquirido status presidencial.
Ñapita: Que dolor de patria da, ver todas las semanas los secuestros de miembros del ejército, por parte de «comunidades». Ver esos soldados humillados, con sus fusiles entre las piernas, es la demostración más clara de, en lo que nos estamos convirtiendo hoy, como nación: ¡Una anarquía!