Por: Gustavo Alvarez Gardeazabal
La verdad es absoluta. Colombia cada día está siendo más dominada por las bandas criminales , tanto en las ciudades grandes e intermedias, como en los municipios pequeños y en extensas regiones de los campos de la nación. Son las bandas de cuadra en Cartagena, las pandillas en Cali y los combos en Medellin. Los Chotas o los Espartanos en Buenaventura.
Como se los quiera llamar, son las bandas y dominan barrios, cuadras y municipios enteros extorsionando, sicariando ,imponiendo negocios, amenazando o comprando a funcionarios y uniformados a quienes tradicionalmente la ley obligaba a cuidar la vida, honra y bienes de los asociados en el estado colombiano.
Pero también son las bandas armadas las que dominan extensas regiones rurales ya sea con los viejos métodos bandoleros o con estructuras modernas, bien armadas, pero financiadas casi todas por el flujo de las producción y venta de 250 mil hectáreas de coca. Estas bandas rurales son casi ejércitos paralelos y como tal la ciudadanía y el gobierno los tratan y terminan respetándoles o huyéndoles.
No importa que se llamen Elenos,Farc, del Golfo o Gaitanistas, Disidencias o como se quieran bautizar. Dominan hasta el punto que han ido forjando una federalización de Colombia que no está contenida en las leyes.
Pero como esas leyes han sido modificadas por los contratistas que fungen de congresistas, diputados o concejales y los trucos para saltarlas ya los manejan a la perfección tanto el legislativo como el ejecutivo, con instituciones tan caducas como los auxilios parlamentarios o tan novedosas y efectivas como las tales operadores ,el patrimonio de nuestros impuestos termina en manos o de las bandas o de los contratistas.
Ya todo el mundo lo sabe. Por eso se desconfía en el gobernante, en el policía y en el soldado, en el ministro y en el presidente. Caímos de bruces en el hueco donde todos tienen esperanza de ganar y todos finalmente vamos a perder.