Antes de la elaboración de los aviones, el hombre había inventado otra gran forma de volar y sentirse suspendido en el aire: Había inventado la hamaca.
Esta cama voladora permite dormir, leer, conversar, comer, beber, incluso fornicar, en ella (siempre han existido maromeros). Esta maravilla hace que uno pueda levitar, cada vez que se sube, y suavemente aterrizar, simplemente poniendo los pies en la tierra.
La palabra hamaca proviene del idioma caribe taíno y su significado se desconoce a ciencia cierta; algunos dicen que significa «red para pescado». Puede que se trate tan solo del nombre propio que, los taínos daban a este mueble primitivo o pseudo mueble.
Se conoce también como chinchorro, hamaca paraguaya en Argentina y Uruguay, para diferenciarlos de la «hamaca» y «columpio» en otros países.
Es decir que, esta maravilla voladora la inventaron los Indígenas que, habitaban la América tropical y ahora se conoce en todas partes del planeta. Pienso que, si llegan extraterrestres, lo primero que se llevan son unas hamacas, por su facilidad de llevarlas y su versatilidad.
Leer en una hamaca es un privilegio de dioses y después quedarse dormido a su vaivén suave es placer de monarcas. Bolívar, Santander y demás libertadores cabalgaban de día y volaban de noche en sus hamacas.
Hamaca equivale a relax, sosiego y tranquilidad; algunos la relacionan con la pereza, incluso, he oído costeños amigos míos, sugerir que los congresistas, en vez de curules, debían tener hamacas.
Dormir en hamaca tiene su ciencia, debe hacerse diagonal y no encorvado, por eso, las buenas hamacas deben ser anchas.
Como tantas otras cosas placenteras, hay hamacas suaves y otras ásperas; también las hay gemidoras o chirriadoras; existen también rígidas y flexibles. A mí me gustan las esponjosas, hechas en lona. Hay unas peludas, realizadas en lana de oveja boyacense.
En la Guajira Colombiana elaboran hamacas que, son unas obras de arte hechas con hilos de colores, bien costosas, como un viaje de Petro.
Ver el mar desde un hamaca, observar un amanecer llanero levitando en un chinchorro, ver el ocaso en cualquier sitio, al vaivén de una hamaca, es un placer angelical que, me hace presumir que Dios, después de crear al mundo, lo observa divertido y a veces aterrado, desde su hamaca.
Ñapa: Para envidia de mis lectores, escribí este susurro desde mi hamaca cordobesa, mirando un cielo estrellado en Mundo Nuevo, mi parcela llanera.
Ñapita: Versitos de la Hamaca:
Suspendida entre puertas,
En medio de la sala,
Que cama tan suave, tan fresca y regalada,
Cuando el sol con sus rayos ardiente nos abraza,
¿De qué sirven las plumas, ni las mullidas camas?
¡Salud, salud, dos veces,
Al que inventó la hamaca!
José Fernández
Con pluma de colibríes
tejí yo, para mi amada.
-doradas todas las plumas-
una suave y linda hamaca,
Y cuando la hube tejido
la colgué bajo unas palmas
y me eché a soñar en ella.
(La tejí para mi amada …)
Juan Antonio Corretjer
De una yagruma encumbrada
Y un corpulento mamey,
Con dos jicos de yarey
Tengo mi hamaca colgada;
En ella el alma cansada
Goza de dulce recreo,
Y cuando del cielo veo
Los deslumbrantes colores,
Me divierten los rumores,
De los montes que poseo …
Agustín Mariscal