Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal

Ante el feroz verano que nos consume en casi todo el país, han vuelto a aparecer los datos sobre el nivel de los embalses dividiéndolo en dos tablas diferentes, la del volumen almacenado y la del porcentaje real de almacenamiento.

Como a esos datos también están agregando en otra tabla las cifras de la capacidad instalada, crece la confusión entre si tenemos o no tenemos agua para mover las hidroeléctricas .

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Y lo que es peor, como quienes publican esos datos, a veces con intenciones apocalípticas, otras en razonable tono de advertencia, no muestran todavía ni la capacidad instalada ni lo que están produciendo las térmicas (a gas o carbón), la confusión de datos se torna en catastrófica y al final nadie sabe nada.

Bueno, o al menos los colombianos comunes y corrientes que apenas pagamos el recibo de la luz cada fin de mes y hemos comprobado que cada 30 días sube un poquitín más. De ese maremágnum se puede salir de acuerdo a quién le preguntemos o examinando de donde provienen los datos.

Para algunos, las hidroeléctricas serán suficientes así lo duro del verano arrecie a mitad o fines del mes. Para otros, las térmicas nos salvarán del apagón, pero nos tocará pagar energía más cara. Para una minoría selecta, encabezada por antioqueños, no hay de qué preocuparse porque Hidroituango nos salva. Empero, las tablas de volúmenes y porcentajes los contradicen.

Hidroituango no tiene verdaderas reservas de agua, está moliendo toda el agua que baja por el Cauca. Betania, Salvajina, Hidrosogamoso y Urrá guardan bastante agua y como solo muelen la que pueden volver energía, es probable que nos ayuden más que Hidroituango.

Pero como el gas que mueve las térmicas es importado en su gran mayoría y como a nadie asusta el apagón porque lo máximo que puede pasar es un racionamiento o que reaparezca Peláez con otra Luciérnaga que de verdad alumbre, para muchos nos resulta mejor quedar confundidos y que pase lo que tenga que pasar.