No se necesita tener poderes de adivino para pronosticar algunos acontecimientos que se avecinan:
La salud pública entrará en crisis absoluta el año entrante, pase o no pase la reforma Petro. El gobierno, con tal de que pase su reforma, decidió acabar con lo que existe y rehacer su nuevo sistema de salud partiendo de cero.
Sin discutir si la reforma es buena o mala, lo cierto es que habrá una crisis total, en busca de la implementación del nuevo régimen o por destrucción del actual, por falta de recursos.
¿Quiénes pierden? Los pobres, que solo tienen EPS; los que tienen prepagada no tendrán problemas mayores. Si ahora es difícil una cita con un especialista, a partir del año entrante será imposible. Todo pasa a ser manejado por el gobierno central y por las alcaldías. ¿Se imaginan el servicio que prestarán los burócratas municipales? ¿Cuánto habrá que darles para conseguir una cita?
¿Quiénes ganan? Los dueños de la EPS que ya sacaron sus utilidades y, ahora, el gobierno les tiene que comprar los sistemas operativos, en el valor que ellos pidan. ¿Se imaginan cuánto se demorará el gobierno en montar la base de datos que tienen las EPS privadas?
Desde mediados de este año comenzará una desestabilización general en el orden público, comenzando por las marchas y las contra marchas convocadas por el gobierno y la oposición.
Algún día, alguna de ellas se saldrá de madre y será necesario acudir a la fuerza pública y ahí será Troya. No hay que olvidar que, el ELN ya dijo que colaborará en las manifestaciones de ciudadanos, convocadas por el gobierno.
De otro lado, los ganaderos ya empezaron a organizar sus fuerzas para defenderse, «siempre al amparo de las fuerzas del Estado».
Desde agosto que comienza el tercer año de gobierno, se empezará a repartir los subsidios para jóvenes que no quieran seguir matando. ¿A cuántos les llegará? ¿Y a los que no les llegue se quedarán quietos, ante semejante injusticia? Ese será sin duda otro motivo de desazón social.
Esta entrada en un proceso de desestabilización general no es casual, es el propósito del actual mandatario que necesita el caos para seguir pontificando sobre el cosmos y nuestra etnia galáctica.
Esto no significa que se acabará el país y que hay que irse para otro, como ingenuamente piensan algunos; el mundo entero está en crisis; miren a USA y Francia donde hay crisis social y política de alarmantes proporciones.
Se deteriorará la economía pero, no se acaba el país. Sobreviviremos como lo hemos hecho siempre, más apretados; pero, continuaremos empujados por nuestra gran fuerza de las regiones, donde se sigue trabajando con ahínco, desde siempre, para salir adelante.
Ñapa: Pensando solo en el resultado político, pienso que le irá peor a Petro si le aprueban la reforma de la salud pues, tendría que asumir su responsabilidad en el despelote que se va armar con dicha reforma. Sino se la aprueban, le echará la culpa a los de la oposición (del caos que ya está provocando su propio gobierno).
Lo triste es que, eso traerá muchas personas humildes fallecidas por falta de prestación oportuna del servicio de salud.
Desafortunadamente, esta tragedia en la salud no tiene marcha atrás; el daño causado este año y medio es irreversible.
Ñapita: Nos dejó Rodrigo Pardo, el caballero incomparable. Compartí con él en el gobierno Barco; hombre sereno, inteligente y que, sin estridencias, sabía infundir su razón.