Mónica y los chamanes eléctricos

Por: Mariela Díaz Romero

Dentro de un mercado del libro tan consolidado como es el mercado español, ser objeto de promoción desde una editorial es, sin duda, una gran ventaja para los escritores emergentes.
Esos autores que han sacado el primer o segundo libro a las estanterías, y a la vez quieren ir más allá y ser el libro escogido y leído por los lectores.

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En este sentido, los clubes de lectura no solo son una estrategia de promoción, sino además una forma de propiciar y estimular el hábito de la lectura. Esto lo han entendido muy bien editoriales como Penguin Random House, que cada mes organiza diversos clubes en los que se puede tener acceso a las novedades de esos escritores, que están luchando por emerger en una escena competitiva.

Nombres como Ana Lena Rivera, Reyes Monforte o Mónica Ojeda son algunos de los que ya empiezan a sonar entre el público lector.

En ese espectro, quiero destacar a la ecuatoriana Mónica Ojeda, la autora de Chamanes eléctricos en la fiesta del sol (Penguin Random House, 2024). Se trata de una novela que transcurre en el año 5540 del calendario andino, y que narra la historia de Noa, una chica que se escapa de su natal Guayaquil junto con su amiga Nicole para asistir a una macro fiesta popular mejor conocida como Ruido Solar.

Durante ocho días y siete noches, miles de jóvenes entre músicos, bailarines, poetas y chamanes, se dan cita en una gran fiesta al pie de uno de los tantos volcanes que se sitúan en ese espacio geográfico, que es el altiplano andino ecuatoriano.

Chamanes eléctricos en la fiesta del sol es “un gran viaje místico al corazón primitivo de la música y de la danza”, según reza la sinopsis que ofrece la editorial, y que agrega que es a la vez el gran viaje emocional de Noa en la búsqueda de su padre y “de un sentido de pertenencia en un mundo que solo conoce la pérdida y el desamparo”.

Muchos críticos han elogiado la prosa de Mónica Ojeda, quien ha escrito otras novelas como La desfiguración Silva (2014), Nefando (2016) y Mandíbula (2018), además de un libro de cuentos y de poesía.

En una entrevista realizada recientemente, Ojeda, quien vive actualmente en España, reflexionaba sobre el hecho de que la violencia está presente en esta novela. Ella afirmó que no conoce un Ecuador que esté exento de la violencia. Ira, duelo, alcoholismo, pobreza y conflictos familiares son algunas de las situaciones que marcan a sus personajes.

Esos personajes, en su mayoría hombres y mujeres muy jóvenes, no solo se enfrentan a una sociedad que vive la problemática del narcotráfico sino también múltiples situaciones producto de las crisis del país.

Sin embargo, la autora no solo busca destacar esto sino también la exploración y el autoconocimiento que vivencian los personajes de su novela.

Para Mónica Ojeda la escritura es un acto político y además en esta ocasión quiso poner el acento en la necesidad de buscar la intensidad, de vivificar el cuerpo desde una mirada original y esencial que sea capaz de conectar con la idea de un futuro posible, más allá de la violencia, la cosificación y la destrucción impuesta desde valores foráneos.

“Cuando uno se sienta a escribir está haciendo un acto sumamente político porque es un acto de pensamiento y de exploración de sensaciones. Y no hay nada más político que eso”, reiteró Mónica Ojeda.