Madres y apegos feroces
Por: Mariela Díaz Romero
Hablar de la relación con la madre no es una tarea sencilla, porque es compleja. Es una relación muy cercana, vital y trascendente que marca a cualquier persona, independientemente de su género.
Este mes de mayo se celebra tanto en España como en otros países de Latinoamérica, el Día de la Madre, y recordé un libro que leí el año pasado y que me gustó mucho por su forma de relatar este vínculo. Se trata de “Apegos feroces” (Editorial Sexto Piso, 2021). La escritora es Vivian Gornick.
Además de escritora, Gornick es periodista. Nació en el Bronx, Nueva York (Estados unidos), donde además se educó y creció. Ha escrito para medios como Village Voice, The New York Times y The Nation. También ha escrito ensayos y textos críticos.
En una de las páginas del libro se lee: “La relación con mi madre no es buena y, a medida que nuestras vidas se van acumulando, a menudo tengo la sensación de que empeora”. Es así como su relato se va poblando de esos momentos intensos en los que la comunicación no fluye con su madre, que es ya una anciana, y deja paso a situaciones incómodas.
Pero a la vez en cada página relata cómo el paseo que ambas hacen por la ciudad, por Nueva York, es lo que trae la calma a su relación.
Ciertamente, con “Apegos feroces” la escritora aborda el género autobiográfico, pero no solo como un recurso meramente personal.
Gornick busca darle voz a una generación pero también a una relación crucial en la vida de toda persona, como es la relación con la madre.
Me gusta mucho su estilo, relata esas vivencias específicas de su vida con total naturalidad, sin artificios.
Su prosa es directa y clara, su relato es diáfano al ir dando cuenta de cada hecho sucedido. Poco a poco vamos comprendiendo entonces cómo se sustenta la relación de la escritora con su madre, que es el corazón de esta trama.
A pesar de ser un libro que se editó por vez primera en 1987, “Apegos feroces” tiene una tremenda actualidad, porque en un momento dado de la vida, sobre todo en la adultez, se debe hacer una reflexión sobre el rol que ha jugado nuestra madre en nuestras vidas; la maternidad entonces es una de las circunstancias que incidirá en nuestra evolución como personas.
Desde estas páginas, Gornick se propone encuadrar el mundo y la cultura en la que creció su madre, además de muchas otras mujeres, como vecinas y amigas, que la acompañaron en su desarrollo y de alguna forma moldearon su forma de ver el mundo.
Pero la escritora no fue un sujeto pasivo, ella tuvo que desafiar esos límites que le habían impuesto e ir más allá de las convenciones para crear una versión de sí misma honesta y descarnada.
Tal como revela la sinopsis: “Esta es la historia de un vínculo delicado y fatigoso, de un nexo que define y limita al mismo tiempo, pero también es el retrato de una sociedad y una época, y una extensa meditación sobre la experiencia de ser mujer”.
“La moraleja de mis historias era precisamente que la vida es trágica. Estar ´en estado de tragedia´ equivalía a salvarse de lo que yo asumia que eran los banales pesares de mi propia vida, a los que no encontraba ningún sentido. Salvarme de aquel sinsentido, presumía yo, lo era todo. La amplitud de sentido era la redención. Eran los inicios de una escritora adolescente: había comenzado a mitificar” (PÁG.62).
“Apegos feroces” es un libro que recomiendo leer a quienes valoran la maternidad sin llegar a mitificarla, pero le dan a ese aspecto de la vida el justo e inigualable reconocimiento que merece.