El departamento de Nariño, en su parte occidental, está totalmente tomado por los insurgentes; el 90% del departamento del Cauca está gobernado por fuerzas armadas irregulares; el municipio de Jamundí, vecino a Cali, está sometido y mandado por fuerzas narcomilitares; la región del Catatumbo es una pequeña república gobernada por el ELN; los Montes de María no están sometidos al Gobierno Nacional, son dirigidos por el Clan del Golfo; Arauca sigue sometida al ELN; Caquetá y Putumayo volvieron a ser zonas de guerrillas.
Esto no lo puede negar nadie; incluso los ministros de este gobierno lo reconocen en sus viajes, escoltados con cientos de soldados, cuando van a presidir los desprestigiados consejos de seguridad que se convirtieron en una especie de confesionario, donde todos se confiesan, se arrepienten, hacen propósito de enmienda y no pasa nada. Nadie cree en los consejos de seguridad que son iguales de inútiles que las mesas de diálogo, instaladas a tutiplén en los territorios.
La unidad territorial está desbaratada; las Fuerzas Armadas están frenadas por las órdenes confusas sobre a quién hay que atacar y a quiénes se les debe permitir que hagan lo que se les venga en gana, por ser afectos al régimen petrista que nos gobierna.
No hay cosa más denigrante que ver a soldados ser desarmados por supuestos campesinos encapuchados y sacados a patadas de las zonas tomadas por los insurgentes; es una vergüenza nacional solo celebrada por los afectos y beneficiados por este régimen.
El ministro de Defensa es un badulaque, mequetrefe y títere de un presidente que no quiere que haya paz; que requiere de la violencia rural para gobernar y que es el responsable de haber fortalecido a delincuentes narco guerrilleros, protegiéndolos con supuestos acuerdos de paz que no van a ningún lugar, por la sencilla verdad de que las partes no quieren la paz: el gobierno necesita de la guerrilla y la guerrilla necesita que el gobierno la deje traficar narcóticos que es su objetivo.
Para demostrar su desprecio con las Fuerzas Armadas, Petro nombró comandante del Ejército a un General retirado por su gobierno hace 2 años. ¿Qué pueden estar pensando los altos oficiales cuando tienen que llamar nuevamente al servicio activo a un General retirado?
Quienes conocemos cómo funcionan los ritos subliminales de las Fuerzas Armadas de Colombia, sabemos del inmenso malestar que este tipo de «jugadas políticas» causan dentro de ésa bicentenaria institución.
Esto es supremamente grave; la integridad territorial está en severo peligro y esto no lo arregla cosa distinta a una orden perentoria de combatir a los bandidos, hecho que este gobierno blandengue no hará.
Ñapa: Como vamos, la República de Petroboba, al finalizar este gobierno, será por lo menos tres nuevos países petrobobianos.