República Contratista
Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal
Colombia dejó de ser una República Democrática para ser una República Contractual. En Colombia ya no rige la fuerza del voto ciudadano. Son los contratistas los que mandan, los que legislan y los que gobiernan.
Las elecciones son entonces una metáfora. Quienes participan en ellas no buscan los votos de la ciudadanía. Andan detrás de la financiación de sus campañas ofreciendo márgenes de contratación como gabela o como compensación.
Las leyes, las ordenanzas y los acuerdos son entonces pensados y redactados por contratistas que buscan orientar sus contenidos para que la república de Colombia funcione no con el criterio de la mayoría de votantes sino con las intenciones de los contratistas, casi todas las veces ocultas tras montajes de circo o de teatro antiguo.
Muy probablemente el engranaje de esta república contractual se inicia con la Constitución del 91, tan alabada por quienes la defienden, pero que no ha dejado ser un sancocho de ideas proteccionistas muy, pero muy costosas y difíciles de expandir para que cubran a todos los colombianos. Y se inicia allí porque ese menú diverso de ordenamientos garantistas fue fruto de un proceso de negociación entre opuestos, fundamento obvio de todo contrato.
Desde cuando la Constitución del 91 comenzó a regir, se desbocó la contratitis en el país. El estado fue dejando poco a poco de ser ejecutor de los mandatos presupuestales o de planeación que se acordaban en cada ley anual y se convirtió en un estado que todo lo contrata.
Por supuesto, poco a poco han ido puliendo su estructura para hacer creer que estamos ante un estado ideal, al extremo que las ideas de estatizacion del gobierno leninista de Petro encierra todas las posibilidades de que sean los operadores, que se inventaron para disimular las coimas de los contratos, los que asuman la responsabilidad de ejecución. Sacrificamos la representatividad que daba el voto por la comisión que ofrece un contrato