Hace 35 años, el 18 de agosto de 1989, fuimos citados a un Consejo de ministros de urgencia a las 8 a.m.; recogí en el camino, en su casa, a la ministra de Justicia Mónica De Greiff.

El motivo de esa reunión de urgencia fue que, en esa mañana había sido asesinado en Medellín el Coronel Franklin Quintero y debíamos tomar medidas extraordinarias.

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El presidente Barco quería poner en discusión la inmediata reanudación de la extradición por vía administrativa. La discusión jurídica que subsiste aún es que, no tenemos tratado de extradición con USA, porque los gringos no quieren que podamos pedir en extradición ciudadanos de ese país y el temor de que el Congreso de Colombia se venda a los narcos y no ratifique el tratado suscrito.

Propuse que las extradiciones debían ser firmadas por todos los ministros y no solo por el de Justicia, para evitar lo que había pasado, años atrás, con Rodrigo Lara; fue aprobada mi propuesta. Extrañamente solo terminamos firmando las extradiciones los miembros dé Consejo Nacional de Estupefacientes.

Estábamos preparando la alocución presidencial para anunciar la extradición de Pablo Escobar, Rodríguez Gacha, Gilberto Rodriguez y otros, cuando se nos informó que habían atentado contra la vida de Luis Carlos Galán y que estaba rumbo al hospital de Kennedy.

El estupor que causó esa noticia fue total, Barco nos pidió a Gabriel Rosas y a mí que nos fuéramos para ese hospital; nos escogió a los dos porque días antes Galán había tenido una reunión con los tres, donde se le sugirió que no volviera a manifestaciones públicas y que hiciera la campaña por TV. El gobierno le facilitaría todos los medios para las transmisiones; Galán le pidió al presidente que Rosas y yo fuéramos el mecanismo de comunicación para esos efectos.

En el camino nos enteramos por radio que se requería sangre O- que era la de Galán y la mía. Al llegar al hospital ingresé a urgencias y le dije a los médicos que podía donar sangre; en ese momento un médico me llamó aparte y me dijo que Galán estaba muerto.

Después de asimilar esa dolorosa noticia le pedí al médico que no informara mientras se tomaban las medidas de seguridad; le dije que esa noticia era igual de grave que la muerte de Gaitán y podía haber otro bogotazo.

No había celulares; bajé al sótano del hospital y pedí que saliera el carro para poder llamar por los teléfonos que tenían los carros de los ministros y llamé al presidente; me dijo, profundamente compungido que, tratara de demorar esa información para poder tomar medidas de seguridad en la zona.

Al regresar a urgencias ya se conocía la noticia y me tocó ver todas las muestras de dolor que expresaban los familiares, amigos cercanos y seguidores, de ese singular líder político.

Galán iba a ganar la presidencia, no tengo duda de que hubiera sido un presidente honesto y la historia de este país, hoy, sería diferente.