Como bien dijo el filósofo de Palmaseca Sinforoso Popó Carabalí: “Haber tenido un Papa argentino humilde y un presidente negro de USA justificó haber vivido en esta época”.
Duele la muerte del Papa Francisco por su renovación de lo que fue Cristo, el vocero de los pobres, perseguidos y marginados. Ser repudiado por quienes aman la riqueza sobre el amor al prójimo, haber aceptado abiertamente el horror de la pederastia en sacerdotes de la Iglesia Católica y abrirle el camino a las mujeres en los sacramentos y ritos de una institución por esencia machista, lo coloca en la vanguardia de los papas transformadores.
Su visión de que no puede haber paz en la Tierra si no tenemos paz con la naturaleza, y que no hay guerra justificada, revoluciona los dos milenios de historia de la Iglesia Católica, promotora muchas veces de guerras religiosas y cómplice silenciosa de guerras de otra índole.
Su sentencia de que prefiere un ateo que ame y sirva a su prójimo a un cristiano que no lo haga es volver a la esencia de la prédica de Cristo.
Hago hincapié en que, cuando oigo las razones que esgrimen sus denostadores para odiarlo, crece mi admiración y reverencia por este singular hombre. Qué bueno que, cuando uno muera, lo repudien quienes no entienden el perdón ni la maravilla que es conversar con adversarios ideológicos para escucharlos y hacer que lo escuchen a uno.
Confieso que fui educado dentro de la fe católica, pero con los años me fui alejando de sus ritos, aunque siempre teniendo en cuenta el mensaje del Cristo humano, que es lo que predicó Francisco, con lo cual me identifico.
No puedo dejar de lado lo que significó para Colombia la venida del Papa Francisco, la emoción de su mensaje y, ante todo, su predicción: si no perdonamos a los que ofendieron durante tantos años al país, nunca tendremos reconciliación ni paz. Se requiere conocer la verdad y la compensación a las víctimas, aunque sea simbólica, para la verdadera paz.
Ñapa: La Iglesia se debate en la escogencia del nuevo Papa entre volver a la pompa, los carros Mercedes de sus obispos, el boato de la riqueza o seguir el camino de la humildad que enseñó Francisco. Veremos para dónde toma en los próximos días.
Ñapita: Mezquinas y vergonzosas son las fotos que publican hoy los enemigos gratuitos de Francisco, al lado de dictadores latinoamericanos, sin publicar las que están con líderes democráticos tanto de derecha como de centro, europeos, asiáticos y de todos los continentes. Lo que no cuentan estos bellacos es que Francisco, desde el más allá, los perdona y nunca los tuvo ni los tendrá como adversarios. Por ejemplo, ¿por qué no publican sus fotos con Trump, con Uribe y Bukele, para mencionar algunos pocos?
Ñaputa: Quienes tienen esperanzas en que haya una gran alianza política para la recuperación del país que nos dejará Petro, les recuerdo que ni el Papa Francisco pudo reconciliar a Uribe y a Santos.