Por: Miguel Ángel Arango
CAMPAÑA POLÍTICA EN MEDIO DEL PÁNICO
Luego del atentado criminal al senador Miguel Uribe Turbay, la política nacional se ve obligada a replantearse y cuando cientos de personas ya están en campaña con la ilusión de conseguir una curul en el congreso de la república la amenaza terrorista a la persecución de votos sufrirá severas modificaciones.
El pasado lunes 9 de junio, a dos días del ataque brutal a Uribe en el Valle del Cauca, legisladores se abstuvieron de dar declaraciones a los noticieros radiales de Cali. Algunos se inventaron excusas fantasiosas y otros con sinceridad dijeron que se abstenían porque la situación es bien compleja. Les dio miedo y es entendible y hasta justificable.
La reforma laboral y la radicalización de las dos partes-izquierda y derecha-ha llevado esa polémica al electorado con consecuencias fatales que deberían llegar en la medida en que el debate se caliente. Por eso no sorprendió el comportamiento de centenares de personas que el pasado miércoles se congregaron en la plazoleta de San Francisco, para escuchar el discurso incendiario del presidente Gustavo Petro, su repudio al empresariado, el señalamiento a legisladores que no simpatizan con sus propuestas y discursos delirantes de activistas del petrismo nos dejaron una mala sensación.
Un sector de la militancia, entiéndase electorado, se mantiene fiel a la propuesta de Petro y se aparta de las voces airadas de políticos y líderes de opinión que alertan sobre la compleja situación económica y de seguridad en que naufraga el país. Esa masa se niega a creer que los precios de los combustibles siguen en ascenso que el cambio no llegó, que el empleo tampoco, pero acepta que el silencio del gran gobernante y sus posturas permisivas con la alta delincuencia que nos conduce de manera ineluctable al caos y desconcierto.
Las bombas y las amenazas de bombas siguen creando pánico. Después del martes 10 de junio las calles en Cali no tuvieron la concurrencia de autos de un día normal y el comercio volvió a asustar en su soledad. Las condiciones políticas en Colombia siguen cambiando y en la medida en que nos acerquemos a las elecciones de consultas, congreso y presidencia de la república los ataques del terrorismo van a arreciar y el contacto de candidatos con potenciales electores se verá afectado. En medio de la crispación nacional, con la zozobra de una explosión o de un demente disparando armas de fuego congresistas y aspirantes a serlo deberán a acudir a otras estrategias para convencer a los votantes.
Algunos líderes de la nación, pero también alcaldes y gobernadores rememoran los días trágicos de la confrontación de carteles de narcotraficantes cuando los carros bombas sonaban todos los días y secuestros y desapariciones tenían un crecimiento desbordado, en un intento por hacer creer que regresamos al año 1989. Pero hoy la situación es dramática y terrorífica porque las amenazas y las realidades de la violencia son aupadas por el señor que ocupa la presidencia de la república. Desde su red social y desde los medios de comunicación del gobierno en su estado de salud mental precaria contamina a sus seguidores con el virus del odio y la violencia.
Con la dinámica de sangre en la campaña lo más seguro es que senadores y representantes a la cámara se vean obligados a borrar al campo colombiano de sus agendas porque son territorios hoy tomados por la guerrilla y grandes y peligrosos narcotraficantes. Hay que ser muy valiente para retar al crimen e involucrarse por el tenebroso camino que significa ahora defender y preservar la democracia. Sin lugar a dudas esta campaña solo es para los valientes.