Por: Edwin Gil Sarmiento.
Psicoterapeuta.
Existen muchas personas que dicen: ¡A mí no me importa lo que piensen los demás sobre mí!; en mi recorrido como psicoterapeuta, he podido confirmar que es una de las cosas más falsas que un ser humano pueda expresar. Lo que se debe tener en cuenta es que, si esto de verdad sucediera, se trataría de un ser humano que mentalmente no es sano; no entraré en pormenores sobre diagnósticos ahora.
Imagina un mundo donde realmente las personas no dieran importancia a lo que otras piensan sobre sus acciones, creo que entraríamos en un caos social total, más del que ya tenemos; sin embargo, las relaciones humanas serían muy diferentes. El objetivo principal de esta reflexión, es que podamos ser honestos con nosotros mismos y con los demás, que dejemos a un lado la falacia de creer que en verdad no nos importa lo que piensen otros.
Como seres pensantes tenemos una representación real, simbólica e imaginaria sobre nuestras acciones, permanentemente nos encontramos en desacuerdos, desagravios y desaprobaciones por lo que sentimos, pensamos y hacemos; esto se traslapa de manera inconsciente (algunas veces consciente) a las relaciones o vínculos que desarrollamos con otros.
Lo anterior indica que, en la relación con otras personas, la dinámica no es diferente, debido a que nos encontramos en desacuerdos, desagravios y desaprobaciones sobre lo que sienten, piensan y hacen las otras personas. Considero que se hace necesario comprender y aceptar que sí nos importa lo que piensen de nosotros, en la misma medida que nos preocupamos por construir una percepción sobre los demás. Basta ya de mostrarse como personas duras, importaculistas y desprendidas frente al impacto que generan nuestras acciones positivas o negativas. No hay nada más falso que una persona fingiendo no sentir nada por lo que piensan de ella; no hay nada más honestos que aceptar que al menos hay una persona con la que quisiéramos obtener aprobación, halagos y aceptación.