Gardeazabal

En medio de la barahúnda en que ha terminado convertida Cali, una ciudad donde hasta sus símbolos más amados, como la salsa, se disuelven entre las fisuras que dejan las bandas criminales que controlan la ciudad, hay un ejemplo de constancia, de organización y de fé en el futuro: el Zoológico de Cali.

Gracias a la capacidad de trabajo y al poder de convocatoria que posee su directora por más de 25 años, Marí a Clara Domínguez, no solo no lo ha dejado caer ni en medio de las peores crisis ,como las del paro y la pandemia, sino que con entusiasmo contagiante está punto de abrir en los próximos días un apéndice memorioso del zoo: el Jardín Botánico de Cali.

Miles y miles de estudiantes de Cali, el Valle y los departamentos vecinos han acudido a lo largo de los últimos años a presenciar los muy bien mantenidos y cariñosamente acogidos animales del zoológico. Dentro de unas semanas podrán hacerlo, con curiosidad recompensada, a las instalaciones del Jardín Botánico, donde como enhiesta bandera sobresale un mirador de guadua fruto de la mentalidad de Simón Vélez.

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Y han podido acudir esos estudiantes y miles, tal vez millones de personas, porque con una honestidad a rajatabla,con una administración amplia, suficiente y sin avaricias, han montado la exhibición de animales y plantas guiados por lo que antes era común pensar y realizar en Cali: catapultarla como la ciudad amable y con los brazos abiertos.

María Clara Domínguez no ha querido ni querrá ser alcalde de Cali, pero su ejemplo de cómo administrar la Fundación Zoológica en medio de procelosos mares y de vacíos ignotos, puede mostrarse a Colombia y al mundo con orgullo.

Quienes hace 45 años fundamos el zoo alrededor de esa otra mítica mujer que fue Milhem de Pinedo ,hoy no podemos menos que sentirnos plenos de lo conseguido por el Zoo de Cali, por la enseñanza diaria que dan y por el afecto que siembran sobre animales y plantas en un mundo tan dado a deshumanizarse.