Cuando el humano está aprendiendo a caminar, es natural que se caiga varias veces y, normalmente, allí está un adulto supervisando y ayudando en el proceso. En la naturaleza y en el caso de las aves, sucede algo similar cuando aprenden a volar. Sin embargo, hay accidentes desafortunados en los que el polluelo cae al piso, le resulta imposible regresar al nido y los padres tampoco lo pueden rescatar.

Algo así le sucedió a un búho de anteojos (Pulsatrix perspicillata), rescatado esta semana por el Departamento Administrativo de Gestión del Medio Ambiente-Dagma.

“Fue encontrado en una zona con muchos árboles; al parecer sus padres anidaron allí, pero aprendiendo a volar se cayó. Fue resguardado mientras nuestro equipo lo recogió. Primero buscamos a sus padres, pero al no encontrarlos lo trajimos al Hogar de Paso para valorarlo y culminar su proceso de crianza”, detalló Camilo Senior Caycedo, biólogo de la autoridad ambiental local.

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El equipo de Fauna Silvestre del Dagma cumple varias funciones relacionadas con inspección, vigilancia y control (IVC) frente al tráfico de especies. También hace rescates de animales que sufren accidentes o caen en situaciones de vulnerabilidad; además de recibir fauna que era tenida como animales de compañía y que luego la gente entrega de forma voluntaria.

Los anteriores procesos culminan en el Hogar de Paso, donde se hacen las evaluaciones veterinarias pertinentes para definir el tratamiento al que se someterá el individuo. En la mayoría de los casos se busca la rehabilitación, de cara a lograr un final feliz con la liberación en sus hábitats.

En el caso del búho de anteojos lo primero que se hizo fue hidratarlo, desparasitarlo y calmarlo para que no entrara en shock. Luego se realizó la valoración médica, que incluyó revisión de su estado de nutrición para programarle una dieta adecuada. Los biólogos analizarán constantemente su comportamiento y desarrollo en todo el proceso.

Actualmente en el Hogar de Paso hay otras especies de búhos como el currucutú (Megascops choliba), que son pequeños y muy comunes en la zona urbana de Cali. Es normal verlos descansando durante el día en algún lugar; se recomienda no molestarlos. También se cuenta con búhos orejudos (Asio clamator), que se reconocen por tener plumas que sobresalen en su cabeza como si fueran orejas.

Los búhos son carnívoros, aves rapaces nocturnas y depredadores tope, lo cual los hace muy importantes para el equilibrio de los ecosistemas. En ese sentido y según explica Camilo Senior Caycedo, la rehabilitación incluye alimentarlos con pedazos de carne, como lo harían sus padres. Posteriormente se les pasan partes de animales en pedacitos, para ir llegando al punto en que aprendan a desgarrar.

En la etapa siguiente, se les lleva por el camino para que aprendan a atrapar y coger motricidad fina con pico y patas. Después, se busca que recojan sus presas e incluso traguen entero. En el marco de ese proceso, van aprendiendo a volar para fortalecer sus músculos y cazar.

La rehabilitación incluye un proceso donde el animal aprende a protegerse de otras especies que puedan ser predadoras, incluyendo el ser humano. Aquí, se hace un refuerzo negativo para que no vea a las personas como fuente de alimento y no les represente peligro, buscando que puedan sobrevivir en estado silvestre.

El búho de anteojos rescatado podría tener alrededor de tres meses. “Como ya le están empezando a salir las plumas de adulto, es posible que en unas dos semanas pase al área de alcándaras, donde se tienen las rapaces para que se fortalezcan y preparen su vuelo”, puntualizó el biólogo del Dagma.