Lo que inició como un sueño de su mamá, con el paso de los años se convirtió en propio, gracias al gusto y al placer que encontró en cada movimiento, melodía y aplauso del público. Es la historia de Stephanie Bejarano, quien hoy se destaca como uno de los talentos principales de la Compañía de Danza Contemporánea de Incolballet, no solo por su talento y capacidades, sino por superar una enfermedad que por poco se convierte en una pesadilla.
“Yo inicié en Ballet Clásico en Incolballet, pero años después me incliné por la Danza Contemporánea luego de una clase que dictó un maestro invitado de Cuba”, recuerda Stephanie, quien manifestó que tomó esta decisión pues la danza le brinda posibilidades de crear e interpretar a través de las sensaciones.
Cuando sus pasos se consolidaban y sus movimientos eran uno solo con la música, en el escenario de su vida las luces se apagaron y el telón cayó sin aviso. “En una clase empecé a sentir unas molestias en mis pies y eran como unos pequeños tumores, el dolor era tan fuerte que me impedía ponerme las zapatillas de ballet”, menciona Stephanie, refiriéndose al momento en que su carrera se congeló.
Durante seis meses las melodías cambiaron por agujas e infiltraciones que le impedían caminar. Sin embargo, su fortaleza le permitió superar la enfermedad y regresar vibrante al escenario. “Esta situación fue un impulso para definir como artista en qué quería enfocarme realmente”, asegura Stephanie.
Hoy, a sus 25 años Stephanie Bejarano es ejemplo del talento y el poder transformador del arte y la cultura, bastiones de un Valle Invencible. “El arte siempre transforma, la danza toca corazones y aunque ha sido un camino difícil, cada vez que bailo y siento el aplauso del público, es la mejor recompensa que existe”, concluye la joven bailarina.