POR: EDUARDO CAICEDO S.

VACACIONES DE VERANO


Mes de junio de cualquier año, el radiante sol de verano anuncia la llegada de tan esperada temporada, temporada de vacaciones en los colegios de Cali, privado o público los planteles educativos, programan el receso de medio año.
Ganáramos o no el año lectivo, nos esperaban 3 meses de descanso del estudio e increíbles aventuras, experiencia y vivencias que algunas veces nos marcaran para toda la vida. Para unos serán en el exterior, otros como la gran mayoría se irán a las fincas de veraneo en las diferentes zonas aledañas a la ciudad, clima frio o cálido, ¡¡¡¡no importa …!!! son nuestras anheladas vacaciones.

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Para los que no les fue muy bien en las notas, cuadernos y libros, serán parte del equipaje, pero de todos modos habrá tiempo, para una escabullida al rio, o una zambullida en la piscina.

Montañas, valles y ríos, harán parte de bellos paisajes que nunca olvidaremos, el charco aquel, la piedra, el árbol en que marcamos nuestros nombres, e hicimos pactos de amistades eternas, a los más afortunados y despiertos, será la pizarra perfecta para marcar el nombre de su amor de verano, siempre en medio de un gran corazón atravesado por una flecha del inquieto cupido.

Para los de edad más temprana, será su primera experiencia con el sexo opuesto, un primer beso, una primera caricia, el sentir de una piel que no es la nuestra, será una experiencia única, para jamás olvidar, será un secreto que nos llevará a soñar por las siguientes semanas, tal vez meses, para algunos será más fuerte e intensa, y será un nuevo empezar, para los más precoces será su primera vez de algo, que nos cambiara de niños inocentes, a adolescentes ya “experimentados” en los complejos asuntos del amor.
Ya en las fincas ubicados, con amigos, primos, hermanos, los paseos a pie, en carreta o a caballo, así sea una vieja y terca mula, una dócil yegua, o un brioso alazán, serán el primer contacto con la hermosa naturaleza, aire puro, sol radiante y la brisa que dará color a nuestras mejillas.

Los desayunos con los huevos de las gallinas de la finca, almuerzo y cenas en familia, las largas mesas llenas de los deliciosos platos de la abuela, serán el deleitar de nuestros casi “nuevos” paladares, en toda la larga temporada, postres, dulces, confites, serán el premio diario, que todos esperan, y no podía faltar la limonada, lulada, avena y kumis, estos últimos elaborado con la leche de las vacas del viejo establo del abuelo, y muchas veces, nos tocaba recoger los frutos de “pan coger” como eran las naranjas, sapotes, guamas, moras y fresas, era nuestra contribución daría a todos los trabajos de la huerta.

Ya en las noches frescas de verano, después de la cena, alrededor de una fogata o en sala de la casa, nos reuníamos entre todos, a contar por los más adultos cuentos de terror y espanto, brujas y duendes, la llorona, y el jinete sin cabeza, eran parte de la noche oscura, de manos cogidas y acurrucados los más pequeños se refugiaban en una ruana o gruesa manta, y no faltaba el primo que aparecía con una sábana y su cara iluminada con una linterna, dando fin a la reunión, tras un grito terrorífico, que pone desde el más chico hasta el más grande a huir en desbandada, a los brazos de Papá y Mamá, o de los abuelos aun despiertos. Y algo que nos angustio a todos, la ida al baño un poco retirado, en la noche oscura, y que muchas veces preferimos “mojar” la cama a ir en solitario.