Por: Miguel Ángel Arango
EL NUEVO GOBIERNO Y LOS CAMBIOS El alcalde de Cali, Alejandro Eder, tiene un gran respaldo ciudadano. Luego de cuatro años de anarquía y malos manejos de los dineros públicos los ciudadanos se ilusionan y esperan que la nueva administración nos saque del letargo en que nos encontramos.
Como es natural a cinco semanas del inicio del gobierno los cambios aún no se sienten pero si observamos el deseo del mandatario por hacer las cosas bien. No es fácil que consolide en la realidad su paquete de propuestas de campaña porque generalmente se ofrece en la temporada electoral lo que no se tiene porque si no promete nadie le copia. Hasta el momento cuenta con amplio respaldo en el concejo a pesar que a algunos cabildantes solo les ha ofrecido cien cupos para no contratistas que es un despropósito frente a la generosidad de Ospina que distinguió algunos de sus cómplices hasta con mil de estos empleos temporales.
Si algún miembro del gabinete se vuela la línea ética de la contratación e incurre en hechos dolosos la consecuencia será comprar silencios con burocracia. Las cuotas de contratistas es una de las armas más utilizadas por los gobernantes para callar políticos adversarios.
Hay paz política y paz ciudadana. Pero los alcaldes son vulnerables ante la opinión pública y si Eder no pasa de diagnósticos y lamentaciones la luna de miel con la gente durará muy poco. La gente está ávida de buenos funcionarios y si no se notan tendremos otra decepción.
Pero los males que han agobiado a los caleños siguen vivos. Los motociclistas siguen irrespetando las normas y los hospitales permanecen congestionados por la masiva presencia de heridos en accidentes ocasionados por estos vehículos. El transporte pirata hace de las suyas por toda la ciudad y la espera de los buses del Mío sigue igual que en gobiernos pasados.
Las gestiones para tapar los huecos no se sienten. La administración se dedica a revisar los contratos que dejó Ospina en un intento por pillar desmanes que ya son característicos en los gobiernos que dirige el médico Ospina. El destrozo de las vías es uno de los males que más repudian los ciudadanos y taparlos debería ser una de las prioridades del nuevo gobierno.
La ciudad aún ve a Eder como un hombre preñado por las buenas intenciones. Pero al otro lado la burocracia experimentada y el gran aparato político observan con preocupación la falta de experiencia y la ingenuidad que en el día a día evidencia en el nuevo alcalde.
LIBERALES A dos años de las elecciones legislativas en el Valle del Cauca, reina el escepticismo frente a las posibilidades de asegurar curules en cámara de representantes y senado de la república.
El concejal Fabio Arroyave, muy fuerte antes de las elecciones del 29 de octubre no logró la votación pretendida y no tiene alcalde amigo en Cali. Perdió las cuotas de poder que tenía en la administración de Ospina.
El otro aparentemente fuerte de los liberales Juan Carlos Abadía, afronta dificultades judiciales y de liderazgo. No tiene alcalde amigo en Cali ni personero .Ya no tiene dolientes en las empresas municipales ni en la secretaría de educación. Y suponer que le apostará a la opinión para sostener para su grupo en la cámara no se lo cree nadie. El movimiento de Uriel Rojas, perdió su curul en el concejo de la ciudad. Tiene alcalde amigo pero con reservas frente a las costumbres políticas usuales de nuestra democracia y que suelen erizarlo.
El problema más grave para el liberalismo vallecaucano es la carencia absoluta de un líder. Problema similar de los conservadores que solo tienen una curul en el concejo y otra en la asamblea. El grueso de la colectividad azul terminará cooptado por el partido de la U. La situación de los dos partidos históricos en nuestro departamento es igual de deplorable.