Por: Miguel Ángel Arango
Fue capturado FIN AL REINADO DE ABADÍA
En los últimos quince años el administrador de empresas Juan Carlos Abadía, se convirtió en uno de los políticos más influyentes del sur occidente del país.
Su cercanía con el jefe liberal César Gaviria, le permitió conseguirle a Jorge Iván Ospina, el aval de ese partido para que fuera elegido alcalde de Cali en octubre del 2019. Por eso reinó en ese gobierno.
El pasado martes fue capturado por el CTI atendiendo una orden de la corte suprema justicia que lo investigó y condenó por celebración de contrato sin el cumplimiento de requisitos legales y peculado por apropiación.
Los hechos ocurrieron en el año 2010 cuando oficiaba como gobernador del Valle y la investigación la originó la compra de algunas bibliotecas y en negociación en la que desaparecieron más de ochocientos millones de pesos del tesoro público.
A finales de mayo del 2010 la procuraduría general de la nación lo destituyó por participar en política.
Una reunión que le organizó al precandidato presidencial Andrés Felipe Arias, le valió la sanción de la procuraduría que en un proceso relámpago lo sacó en menos de dos meses del palacio de San Francisco.
La primera condena que tuvo Abadía fue de la opinión pública. Lo castigaron moralmente porque su padre Carlos Herney Abadía Campo, fue condenado por el proceso 8000.
También le hizo daño su cercanía con el exsenador Juan Carlos Martínez, hombre clave para su elección como gobernador. Pero con arrojo supo superar esa adversidad que para muchos hubiera sido gran debilidad.
LA SOMBRA Políticos y empresarios del Valle del Cauca, siempre se mostraron distantes de Abadía, así fueran cercanos. Para muchos se convirtió en un mal necesario por su impresionante capacidad de relacionarse y de abrir puertas.
Su cercanía con el exalcalde Jorge Iván Ospina, terminó afectando la imagen del exgobernador. Por eso la imagen del joven político se desdibujó para la campaña del año anterior. Abadía y Ospina,un cóctel peligroso.
No es un secreto en la política regional que Juan Carlos Abadía, se convirtió en el principal protector de Ospina. Le creó inmunidad en todos los organismos de control.
El poder del joven político fue muy grande en los últimos cuatro años. Puso contralor y personero en la ciudad y esto lo empoderó ante el alcalde del momento.
Tuvo mucha injerencia en las empresas municipales. En el CAM se aseguraba que el exgerente de Emcali, Juan Diego Flórez, erá su cuota. Pero también tenía poder en las secretarías de educación y de infraestructura.
Enfrentó las elecciones locales del año pasado con mucho poder burocrático. Esto le facilitó la elección de la diputada Luz Dey Martínez y de James Agudelo en el concejo de Cali.
Fue socio para la elección de varios alcaldes en el Valle del Cauca y tuvo suerte también al elegir muchos concejales.
EL FIN Con Abadía privado de la libertad el liberalismo vallecaucano, sufre un golpe contundente. Para los comicios legislativos ayudó a elegir a su amigo Álvaro Monedero, en la cámara de representantes.
Su candidato al senado fue el caldense Mario Castaño, condenado por el escándalo de las marionetas y fallecido en prisión.
La carrera de Juan Carlos Abadía fue meteórica como también lo fue el final de la misma.
A los veintidós años fue elegido diputado. Al siguiente periodo logró curul en el concejo de Cali y fue presidente de esa corporación.
Renunció para ser candidato a la alcaldía de la ciudad pero declinó para aspirar a la gobernación en donde fue elegido con votación histórica. A ese cargo llegó a los veintiocho años de edad.
Su inmadurez política y el creer que no le entraban las balas terminaron con una carrera política que pudo ser maravillosa.
Abadía no es inteligente pero es audaz. Su capacidad de convicción es asombrosa: A las doce del día él te dice que es de noche y termina creyendo que efectivamente es de noche.
Hoy el exgobernador debe ser un ejemplo para la nueva generación. Lo que él hizo no lo puede hacer nadie más.