Por: Miguel Ángel Arango

Gobierno Eder ¿SE JUSTIFICAN LOS CAMBIOS? Procesos propios de la administración de Cali han sido lentos. La vinculación del personal de contratistas y la misma ejecución presupuestal hoy no tienen una dinámica ideal.

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Algunos miembros del gabinete carecen de experiencia en la contratación. Igualmente existe un grupo de foráneos que nunca ha tenido contacto con la ciudad y evidencia negligencia y desgano en el contacto con la gente. Esa sensibilidad es clave en la gestión del gobierno.

En la relación política hay torpeza y la misma deteriora la relación de concejales con el alcalde Eder y todo su equipo. El ejemplo más reciente es el de la directora de hacienda María Mercedes Prado, quien tuvo un trato desobligante con el cabildo. Pero también su falta de tacto político no le permitió socializar un tema tan sensible como el reperfilamiento de la deuda y se saltó al concejo. Luego de las voces de descontento si aceptó pedir autorización para hacer un nuevo acuerdo con la banca privada para la renegociación de los plazos e intereses de los compromisos.

La actitud de la señora Prado le provocó un desgaste innecesario a la imagen del alcalde en un momento crítico en donde se discute el proyecto del plan de desarrollo y estamos en la antesala del estudio del nuevo plan de ordenamiento territorial. Así una corriente de opinión defienda el aporte que hacen los técnicos se observa que una presencia exagerada de este sector afecta la relación con la política, los mismos funcionarios políticos y líderes de los territorios.

El alcalde Alejandro Eder, va a cerrar su primer semestre con una imagen desfavorable de acuerdo a la encuesta de Invamer de abril y según los expertos en la de junio no recuperaría lo perdido pero si puede acentuar su imagen desfavorable. Quienes hoy ofician como opositores del gobernante han arreciado sus críticas en proterva estrategia que pretende crear un imaginario ciudadano que deje a Ospina como un gran alcalde frente a Eder.

El discurso de la renegociación de la deuda del municipio y el desconocimiento del concejo para no solicitar bendiciones son equivocaciones que han aprovechado los concejales Rodrigo Salazar y Flower Rojas, para lastimar al gobierno caleño.

Seis meses es suficiente espera para conocer las capacidades y liderazgos de los nuevos administradores incluidos los locales y los que vinieron de Bogotá y de Ibagué. El solo hecho de oxigenar el equipo con cuatro o cinco movimientos le daría un nuevo aire al alcalde para su reconciliación con la ciudad.

La semana pasada sumó puntos importantes para generar confianza ciudadana con un manejo impecable que se hizo con el manejo de las lluvias que ocasionaron emergencias en el norte y oeste de la ciudad.

Hay funcionarios que hoy se ven como inamovibles por la confianza que les tiene el alcalde pero hay otros a quienes ha esperado pero que aún no demuestran nada. Hasta el momento se han presentado cambios en la secretaría de bienestar social y oficina de comunicaciones y al mismo tiempo fueron apartados subsecretarios en movilidad y hacienda.

Por su mirada de la ciudad más su experticia nadie se imagina un escenario en donde puedan ser marginados el secretario de seguridad Jairo García o el secretario de gobierno Andrés Felipe Stapper, quienes son los que le aportan al alcalde una alta dosis de serenidad y capacidad de reacción en coyunturas complejas. Esperamos los cambios.

MURGUEITIO El concejal Juan Felipe Murgueitio, dijo que Cali y el Valle del Cauca, están solos en su lucha contra la inseguridad y los terroristas. Denunció que después de las acciones guerrilleras en este departamento y en el Cauca el pasado lunes solo a las cuatro horas se conoció un pronunciamiento del presidente Petro.

Calificó los ataques a Dagua de las últimas horas y agregó que los mismos seguirán repitiéndose en los siguientes días. Asimismo el concejal expresó su preocupación por los asesinatos de dos concejales en Tuluá y otro en Jamundí y advirtió que la democracia está en su peor momento por la falta de acción del estado frente a la delincuencia.