“El médico me dijo que no podía esperar más, que debían sacar a la bebé, que era mi vida o la de ella, pero gracias a Dios estoy acá, estamos las dos y agradezco mucho mi Diosito que estoy bien con la niña”.

Clara Felipe Fernández recuerda entre lágrimas y con sentimientos encontrados este día, pues su vida y la de su bebé estaban en riesgo por una taquicardia supraventricular. Las palpitaciones aceleradas de su corazón obligaron que Lexy Vento naciera a las 35 semanas, por fortuna sana. La travesía que vivieron Clara y su esposo semanas antes fue tensa: desde Leticia, donde vive, fue traslada a Popayán y de Popayán a Cali, donde recibió atención oportuna en el Hospital Universitario del Valle donde se hizo el milagro de la vida, la de la pequeña Lexy.

“Este es un hospital que mejor dicho durante estos meses que estuve recibí muy buena atención, los enfermeros están pendientes de uno, de lo que le hace falta, de los medicamentos, lo hacen sentir como una familia”, cuenta Clara desde la Sala de Alto Riesgo Obstétrico, ARO, de HUV, donde permaneció en seguimiento continuo de su salud.

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Después de nacida la pequeña Lexy, la salud de Clara se complicó, debió ser trasladada a UCI, pero con el ánimo y asistencia del personal médico, logró salir de nuevo avante. “Los enfermeros me decían: “Clarita, levántate, hazlo por tu hija; no te derrotes, no te rindas”, eso fue algo maravilloso que me pasó en esta clínica”, narra la mujer de 39 años, agradecida con la institución pública por cuidar y salvar su vida y la de su bebé.

Como este, todos los días en el HUV ocurren milagros de vida. “Clara ha estado un tiempo hospitalizada, desafortunadamente tuvo su taquicardia, la tratamos de controlar, no fue posible por eso la tuvimos que desembarazar, le hicimos una cesárea de emergencia, estuvo en la UCI un poquito complicada, pero gracias a Dios ya salió y ya está muchísimo mejor. Está con un manejo interdisciplinario con varios especialistas, con electrofisiología que es quien se encarga directamente de manejar el problema que ella tiene”, comenta Liliana Hurtado, ginecóloga de la sala ARO.

“Le agradezco a la institución universitaria por las atenciones médicas, la atención de aquí me ayudó en mi enfermedad, yo vine en las últimas y gracias a Dios ya estamos bien”, concluyó Clara, para quien el apoyo de su esposo en este proceso fue clave.