Por: Juan Sebastián Chaves

Hace unos días, conversaba con un amigo de infancia su llegada de Europa, estuvo en Francia, donde me comentaba los pros y contras de este país, especialmente París, su capital, no es tan bonita como la pintan, las ratas, los olores entre otras cosas dañan la imagen de su cultura, historia y huellas del pasado arquitectónico, síndrome de parís.

Pero el tema que discutimos a comparar nuestro país cafetero con el europeo fue, la vejez, él sorprendido me comentaba que en Europa es común ver en una familia brindar el amor, cuidado y su responsabilidad a los adultos mayores, es decir los europeos no dejan morir a los ancianos solos.

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Tocando este tema tan controversial, es común sentir la incertidumbre de nuestro futuro, para algunos les genera miedo, y porque no, si para estar pensionado en nuestro país, mínimo debimos haber cotizado a un fondo de pensión, algunos no tienen tanta suerte de tener un historial laboral perfecto, ser profesional o empírico aquí ya no importa.

Todos iremos por la misma línea de la vida, sin embargo, no todos tienen la suerte de llegar a esa edad acompañados, dentro de la conversación mi amigo expresó, una frase que se me quedo “ser independiente es efímero, pues llegaremos a necesitar de alguien a esa edad si o si”  sentí un frío, pues lo que el expreso siendo un profesional de la salud es verdad.

Recordé de aquella señora que  me encontré en el bulevar del río, vendiendo rosas a sus 72 años, vive sola y su día a día es la venta de flores o aquel anciano de 78 años que con silla de ruedas, vende dulces en el centro de la ciudad, ambos me dijeron con una sonrisa en su rostro: ¡qué bueno conversar con usted, necesitaba distraerme!

Es doloroso recordar sus historias, pues algunos fueron abandonados por sus hijos, otros dejaron de ser importantes cuando su fortuna acabo o para el colmo, ellos fueron causantes de los problemas familiares, se arrepienten, pero su castigo fue el abandono, aquí, hablar del resentimiento y grietas del pasado es tema que se puede debatir para después, ahora, habrá familias que lo tienen todo, están “pendientes” de sus parientes dejándolos a centros geriátricos o asilos.

Cuando en su mayoría desea compartir tiempo con su familia, unos no vuelven y otros son visitados por sus familiares que comentan las travesías de aquel viaje que él no fue partícipe, es feo ver como unos sobreviven a la vejez, cuando muchos de ellos son padres y estuvieron allí en las buenas y malas. ahora cuando ellos los necesitan, son abandonados e incluso olvidados.

Cómo no sentir incertidumbre ante la realidad de la vejez, cuando no hay nada asegurado, cuando en tu propia sociedad ha normalizado esta percepción, el miedo que genera este tema no es llegar a viejo, si no morir triste, solo y abandonado.