Por: Gustavo Alvarez Gardeazábal

EL ESCAPARATE QUEDÓ PATAS ARRIBA

Tal vez el problema fundamental que tiene a este país desencuadernado resida en que permitimos que se invirtieran los roles.

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Ante los ojos de propios y extraños resulta inconcebible que las fuerzas constitucionales tengan las manos amarradas y permanezcan en sus cuarteles en vez de enfrentar a los ejércitos de los traquetos, que defienden la renta mayúscula de su negocio de la cocaína.

Igualmente resulta, por lo menos asombroso, que el Congreso de la Nación donde implícita y legalmente se debe parlamentar, conversar y llegar a acuerdos ,se haya convertido en un circo de luchas de gladiadores.

Allá no van el gobernante y sus ministros a dialogar sobre las propuestas de cambio sino que apenas cumplen el requisito de presentarlas para imponerlas, no para discutirlas y adecuarlas a la realidad del país. Y ni que decir de la manía que han cogido políticos y periodistas, columnistas y rellenadores de redes sociales de cambiarle el nombre a las cosas.

Eso de insistir en llamar a los ejércitos de los traquetos como dizque disidencias de las Farc porque tal vez no firmaron la paz de La Habana, es llevar al país a confundirse. Igual papel realizan cuando la Unidad de Protección en vez de construir esquemas eficientes de salvaguarda de los candidatos presidenciales ( ahora que son 36 )gastan tiempo, carros, conductores y escoltas en cuidarle las espaldas a quienes se han auto reconocido como jefes de organizaciones alzadas en armas.

Por supuesto, esa confusión de roles proviene de la inversión mayor del concepto de paz porque, por envolverla en la ingeniosidad verbal de llamarla Paz Total ,terminó confundiendo los roles de la democracia con los de sus enemigos y hoy ya no existen fronteras entre quienes respetan la ley y el orden y los que volvieron negocio rentable su rebelión. Colombia ha terminado como el escaparate de la abuela cuando se volcaba y todos lo cajones quedaban patas arriba.