La Barahúnda En Que Estamos

Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal

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Si hay algo que caracteriza a Colombia por estos días es que no hay nada claro. En mi pueblo se usaba la palabra barahúnda para significar confusión y desorden. No hay claridad ni en lo que aprueba el Congreso como reformas pedidas y canjeadas por el gobernante ni en la manera como las Fuerzas Armadas deben enfrentar a los grupos de comerciantes de cocaína y marihuana que todavía se siguen disfrazando de guerrilleros.

No está nada claro si los muertos de El Plateado son de Mordisco o de los que siguen conversando con Otty Patiño y su delegado Camilo González. Menos claro aún está en cuáles términos se va a sentar a la mesa de diálogo la agrupación que controla Márquez, porque todos recuerdan que él y Santrich le hicieron pistola al pacto de paz de La Habana. Y ni se asomen por el Congreso, es también la barahúnda.

El gobernante canjea la aprobación de la reforma pensional y al día siguiente el presidente dice que va a cambiar lo aprobado cuando llegue al siguiente debate en la otra cámara legislativa. Y, al mismo tiempo, la reforma a la salud que dizque se había negado abriendo la puerta a una negociación menos corchuda, revive en manos de una oscura negociación con unas EPS humilladas.

Y qué tal las tarifas de los médicos que en 24 horas tuvieron que derogarlas. O la locura en los servicios sanitarios a los maestros. Y la que se le está formando a la gobernadora del Valle con el foco de Jamundí, o el nuevo frente de las Farc, el 57, en la cordillera central y la carta que le mandaron los de la Inmaculada de Tuluá forzándola a que gestione un diálogo con ellos por parte del gobierno de Petro.

Y no hablemos del enredo en las tarifas de energía en la costa, o el pedo que montó, esta vez en La Mojana, la UGRD con un Jarillón que construían para atajar al Cauca y ya se parece a los carrotanques. Es la barahúnda.