La Abuela De Todos
Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal
A comienzos de la década del 70, cuando ejercía como profesor de la Facultad de Filosofía, Letras e Historia de la Universidad del Valle, se presentó a mi cubículo del edificio de Humanidades del campus de Meléndez una señora entrada en años, con sonrisa bondadosa y una claridad mental arrolladora.
Me informaba que se había matriculado como estudiante de Letras aunque ya era abuela pero que quería aprender a leer literatura. Comenzamos entonces una relación que ella mantuvo con hidalguía singular en el transcurrir de los años. Fui testigo y promotor de su tesis de grado sobre Rojas Herazo, que cuando fue publicada la convirtió en la pionera de los estudios sobre ese estupendo novelista costeño, a quien la coincidencia en 1967 con la aparición de Cien Años de Soledad impidió que el país reconociera su magnitud.
Convencida de su oficio y del tortuoso camino recorrido burocráticamente para rescatar su diploma de bachiller que se había quemado el 9 de abril, dedicó todo su empeño desde cuando se graduó en 1978 para enseñarles primero a sus alumnos en la U del Valle y luego a leer a abuelas como ella, a señoras burguesas aburridas de no hacer nada .Organizó y sostuvo entonces un Centro de Lectura, que reunía cada semana en su casa.
De esas charlas surgió su libro genial “La crítica literaria un sostenido acto de amor” sobre 9 autores contemporáneos .Le quedó tiempo y bríos para ser la madrina bondadosa del hosco Aguilera Garramuño y del brillante historiador de los pijaos ,Álvaro Félix Bolaños. A todos ellos les brindó la misma sonrisa amable y el generoso e inolvidable gesto protector conque se me presentó diciéndome aquel día :“ soy Aleyda Roldán de Micolta”.
Por extrañas razones solo esta semana se nos comunicó que su tranquila muerte, casi centenaria, envuelta en las sombras del alzhéimer, había sido el viernes santo pasado. A quienes la conocimos y recibimos su apoyo incondicional nos conmueve hondamente esa forma humana de habernos dicho adiós.