LAS CABEZAS CORTADAS DE TULUÁ

Por. Gustavo Álvarez Gardeazábal

En Tuluá, el pasado jueves encontraron en el barrio Avenida Cali, en la zona boscosa que separa el río de la prolongación de la calle 28, la cabeza de un joven que no alcanzaba los 18 años, cuya desaparición había sido denunciada por sus familiares residentes en el barrio de callejones de Agua Clara.

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Hasta ayer no había aparecido su cuerpo. El menor tenía tres anotaciones en los registros policiales por contravenciones adolescentes.

A su lado, macheteramente hecho, tenía un letrero: “ por rata”. En los noticieros y la prensa caleña apareció un boletín de la Policía que hablaba del descubrimiento de” restos humanos”

Les dio culillo aceptar que en Tuluá, municipio bajo su jurisdicción y vigilancia, habían vuelto a encontrar cabezas cortadas.Al día siguiente,viernes, en frente del barrio La Playita, también a orillas del río Tuluá, se encontró el tronco de otro descabezado. Aun así y todo las autoridades, que volvieron a ser incapaces de registrar como tal la segunda cabeza cortada en menos de 24 horas en sus boletines, hicieron correr el rumor de que el cuerpo sin cabeza es de un habitante de la calle, de los que en el sector de la Galería llaman “ chirretes”.

Al mismo tiempo el semanario El Tabloide, que está cumpliendo 50 años de salir todos los sábados, registra en la semana anterior 9 muertos a bala en el casco urbano y 3 más en la zona rural.

Pienso que algo mucho más peligroso que lo narrado por mi en el libro “Las guerras de Tuluá” debe estar sucediendo en el terruño. Interés en averiguar más profundamente no hay por parte de ninguna autoridad, ONG o entidad investigativa.

Si a la Policía le da culillo registrar en sus boletines las cabezas cortadas, por algo debe ser. Si a las autoridades civiles, judiciales y gubernativas esta oleada no les arruga el alma,el asunto debe ser peor.

Eso sí, a quienes sobrevivimos en Tuluá nos ahorca saber que nadie parece conmoverse y que quienes lo denunciamos corremos muchísimo riesgo haciéndolo.