Gardeazabal

Por: Gustavo Alvarez Gardeazabal

Las competencias infantiles sobre quien podía ser más alto, más flaco o más gordo, y sobre todo sobre quien la tuviera más larga, han ido evolucionando hasta el punto que hoy día en una feroz competencia de niños insensatos, se compite por quien o cual artículo ha tenido más vistas en el internet.

Sobre esa eterna medición entre pares, que nunca duraba más allá de la comprobación, han montado por estas calendas toda una cantidad de negocios y exageraciones tan mayúsculas, que viéndolo bien, solo dan risa.

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Hasta hace muy poco los medios de comunicación, hablados y escritos se insuflaban así mismos por el número de ejemplares que editaban o por la cantidad de lectores que a ojo de buen cubero tendrían de acuerdo a los ejemplares vendidos. Después llegaron las encuestadoras, primero las rudimentarias, que preguntaban de casa en casa sobre cual programa de radio o de tv estuvieran oyendo o viendo, Unos pocos años luego, con la modernización de las estadísticas y la implantación de contadores en los televisores y en los radios fijos, llegaron las Nielsen a garantizar las audiencias.

Ultimamente eso se ha olvidado. Ya las agencias de publicidad y los encargados de contratar la pauta mediática de las empresas no se fijan en esas encuestas. Para todos se volvió absolutamente imprescindible conocer el número de entradas a una página o la cantidad de vistas que haya tenido.

No importa si se leyó o se entendió lo oído o lo leído, porque además no preguntan y si contabilizan con los programas de plataformas sobre cuantos leyeron u oyeron el texto, lo callan como cuando uno comprobaba que en la clase siempre había otro compañero de aula que la tenía más larga y no volvíamos a mostrarla ni hacer gala de ella.

Pocos o ninguno miden la influencia aun cuando hay quienes se bautizan de influencers. Interesa solo el numero de visitas y sobre ese dato vanidoso estamos infantilmente construyendo el futuro.