Por: Gustavo Alvarez Gardeazabal
Si algo tenían los antioqueños como característica visible ante las demás regiones del país era la unidad de criterios a la hora de defender sus símbolos, sus negocios y sus esperanzas.
Por estos días, empero, y como consecuencia del devenir de los fracasos electorales, el chasco de Hidroituango, la desnudada del GEA y la batalla diaria de los últimos tres años entre el alcalde de Medellin y la vieja casta que controlaba pareceres y negociaciones, la imagen que está brindando Antioquia es la de un territorio resquebrajándose.
La denuncia pública del gobernador Aníbal Gaviria a EPM para que partan cobijas y no sigan sosteniendo el costoso embeleco de Hidroituango con la plata del departamento, se unió a la oficialización de que la Feria de las Flores, tan tradicional en la capital antioqueña, va a ser amputada en sus programaciones más representativas.
El gobernador Gaviria ha dicho que aunque el departamento, a través del IDEA, es el socio mayoritario de Hidroituango SA, las pérdidas acumuladas en esa hidroeléctrica nunca producirán beneficios económicos para los accionistas pero si para EPM que la maneja y le vende la electricidad que se pueda producir.
En otras palabras que la solidaridad del pueblo antioqueño alrededor de EPM, la verdadera joya de la corona paisa, está vuelta añicos. Con la Feria de las Flores, el símbolo de la parranda de Medellín, el asunto es peor por lo inminente.
Como el Concejo no autorizó a EPM a pasarle un giro de 330 mil millones adicionales al municipio, la alcaldía resolvió trasquilar el presupuesto de la Feria de las Flores, suspender el concierto inaugural el 29 de julio y quitar los palcos para el desfile de silleteros y, como dijo el secretario de Cultura, el recorte afectará el otro símbolo de la región ante el resto del país: la Fiesta del Libro, que se ha hecho en septiembre tradicionalmente.