Por: Gustavo Alvarez Gardeazabal
El fracaso, por segunda vez consecutiva, de los proyectos de nueva constitución que se presentaron a consulta a los chilenos me ha hecho pensar en si los colombianos nos estamos curando en salud teniéndole miedo a una nueva carta magna.
Tal vez sea una herejía pero cada vez estoy mas convecido que el error de este país es que confundió la Constitución Nacional, que es un documento político ,con el Contrato Social ,que es un documento netamente contractual, que debería regirnos a todos los que hacemos parte de la nación colombiana.
Como la nueva constitución obligaría a una Constituyente y como su montaje embadurna de la política existente, ni los que viven del estado ni los que se vanaglorian de cubrir con sus impuestos la existencia de la república, aceptan que se convoque otra Constituyente.
Vestir la nueva carta magna del disfraz de un contrato social que hasta ahora creemos que apenas existe de palabra, tal vez sea la solución. Si admitimos que la Constitución Nacional la aprueban, reforman y han vuelto ordeñable a su amaño los contratistas que fungen de congresistas, y la ejecutan alcaldes y gobernadores y los obligamos a ellos por medio de un referendo para que no se embadurnen del trajín de una Constituyente sino para que vuelvan realidad legal un contrato entre ordeñadores del presupuesto y ordeñados con los impuestos, de pronto habremos encontrado la solución de cambio que Chile no halló y que Petro con sus pretensiones leninistas ha querido imponerle a una Colombia inamovible.
No podemos seguirnos engañando conque la Constitución es la panacea que todo lo arregla y equilibra porque entre contratistas tan desalmados lo único que podría ponerles coto y orden es un nuevo Contrato Social. Como aquí todo se habla en términos de contratos,hagamos un gran contrato nacional.
De pronto es un galimatías, pero como es entre contratistas, hasta nos suena la flauta.