Por: GUSTAVO ÁLVAREZ GARDEAZÁBAL
Mis oyentes y lectores sabrán entenderme. Dos episodios acaecidos la semana anterior me remueven las ganas de seguir viviendo y, en especial, de tener esperanzas para afrontar el incierto futuro que todos los días nos predican por las redes, y que estamos empezando a sentir en los bolsillos.
El primero de ellos ha sido el poder presenciar que la televisora regional estatal Telepacifico ha asumido como productora la transmisión del Campeonato Femenino de Fútbol que se está desarrollando en varias ciudades de la provincia colombiana. El que sea una modesta pero muy organizada estación de tv de esa misma provincia la que emite la señal que pueda llegar a tantos países del mundo indica que la vieja teoría de que las empresas estatales si pueden ser rentables y cabezas promotoras del progreso, es posible.
De allí a que todas las televisoras regionales puedan montar un gran pool para enfrentar con ingeniosidad y entusiasmo la realidad que se nos vino encima, solo hay un paso. Ojalá los gobernantes departamentales y el nuevo ministro de las TIC entiendan la posibilidad que no pueden dejar escapar de las manos.
El segundo episodio provinciano que llena de satisfacción y esperanza es que el Éxito, la cadena de almacenes más grande del país, haya asumido La 14 de Tuluá, salvando empleos e ilusiones, y sin vacilación lograra mantener un epicentro del comercio que copa multitudes atrayendo compradores y proveedores de 14 municipios circundantes.
Tuve mucho que ver hace varios años para que el primer almacén del Éxito se montara en el CC La Herradura, donde hoy sigue campante, y también había sido con mi gestión como alcalde del terruño cuando convencí a don Jaime Cardona para que hace casi 30 años se estableciera La 14.
Por eso tal vez el gerente general de la cadena de almacenes Éxito vino hasta este refugio mío de El Porce a pedirme que le acompañara a cortar la cinta, pero así como decliné tanta generosidad fui recipiendario de la excelente noticia de que esa empresa estudia la posibilidad de editar, en impreso o en digital, una biblioteca de escritores colombianos para poner baratamente al alcance del bolsillo de sus clientes obras de las que nos enorgullecemos todos como parte del patrimonio nacional.
Entenderán entonces mis lectores cuánta satisfacción se puede sentir como provinciano fututo viendo que poco a poco desde lo profundo de Colombia hemos podido hacer entender lo que es la patria y lo feliz que es sentirse viéndola crecer y no caer en estúpidas barricadas que solo aumentan la brecha social.