Por: Gustavo Alvarez Gardeazabal
Colombia ha sido un país hecho a retazos. Y lo que es peor, como ha sido todo a punta de remiendos o esperanzas ,es muy poco lo que le han durado los vestidos.
Por estos días que están presentando en Youtube una miniserie de 4 capítulos sobre los orígenes y desarrollo del Ferrocarril de Caldas, he estado pensando en cuan poco nos han durado las metas conseguidas y como hemos sido de contradictorios al administrarlas.
A Manizales, por los días en que dizque pasaba por su entrañas el meridiano cultural de Colombia, le hacía falta tren. Antioquia estaba haciendo el suyo con túnel y todo. Los rieles habían llegado a Buenaventura y surcaban todo el Valle.
Unos amagos de tren entrelazaban en pequeños trechos las ciudades de la Costa. Bogotá hacía lo propio buscando el Tolima y Sogamoso.
Era una competencia dislocada, pero competencia y hacer subir la locomotora hasta la capital de Caldas fue una hazaña. Cuando lo lograron, batallaron enseguida por llegar primero a Armenia, a donde venía también subiendo el Ferrocarril del Pacífico. Era la pelea pendeja de dos colosos, los generales Vázquez Cobo y Pompilio Gutiérrez que gerenciaba cada uno su ferrocarril.
Ganó el valluno, pero la red quedó tendida como telaraña. No duraría 40 años. Las carreteras se comieron el tren y hoy apenas si son un recuerdo de abuelos agonizantes. Sobre esos momentos del ayer ,que ahora nadie quiere recordar, el historiador caldense Felipe Hoyos Kobbel ha montado esta estupenda serie documental.
Para quienes alcanzamos a ser pasajeros del tren, es pura nostalgia verla. Para los que ni se imaginan que por allí creció Colombia, extasiarse con esos videos es mejor que tomarse un viche de los ahora tan de moda.
Para la historia de un país con muy mala memoria, terminan siendo unas páginas de museo que enorgullecen a quienes todavía creemos que la patria existe por encima de los apetitos contractuales de los que la dirigen y le redactan sus leyes.