Por: GUSTAVO ÁLVAREZ GARDEAZÁBAL –
Este lunes, en las calles de la ciudad blanca de Popayán se celebrará la primera procesión del ciclo que por siglos ha venido celebrándose en seguimiento de una tradición quizás mucho más andaluza que española. Es la Procesión de Lunes Santo o la Procesión del Pueblo como la llamaron los casi desaparecidos hidalgos aristócratas popayanejos cuando la mantuvieron prohibida por décadas.
Hasta hace unos años, cuando el arquitecto Luis Eduardo Ayerbe, el que mantiene el increíble Museo de la Casa de los Arboleda, resolvió volverla a organizar, conseguirse las andas y las imágenes para montar los pasos y enfrentar a los oligarcas políticos de nuevo cuño, y por supuesto al arzobispo de turno y a la tal Junta de la Semana Santa, que todavía pretende creer que esa semana tradicional no es ya un patrimonio turístico de toda Colombia sino solamente de los cargueros y sahumeadoras que de generación en generación se han venido heredando el derecho o la felicidad de poder cargar un santo o de salir desfilando en la procesión.
Por supuesto, Popayán realiza su semana mayor cada año con más y distintas preocupaciones. El estigma de la eterna batalla entre blancos hidalgos e indios ni se borra ni se discute ni se hace digerible. Las bandas de guerrillas y narcos reemplazaron la sumisión indígena y el dediparadismo de cuatro o cinco ordeñadores del prestigio añoso de los apellidos.
Ni siquiera un libro como el que acaba de publicar el líder regional Francisco Gembuel, cuestionando de manera contundente y dramática el régimen de la tal justicia indígena, y que lo tiene a él pagando todavía los años de exilio a que fue condenado por chismes de vereda, pero exoneró a las Farc y al ELN de la responsabilidad evidente en el crimen del alcalde de Jambaló hace 30 años, y a él lo condenó miserablemente, ha removido las estructuras caducas para que sean discutidas públicamente.
Solo sale la procesión del Lunes Santo como Procesión del Pueblo encerrando una simbólica protesta sorda que crece con los años. Pero así es Popayán.