Por: Gustavo Alvarez Gardeazabal
El presidente de la Argentina se robó el show en el Foro de Davos y dejó a nuestro presidente Petro en una islita solitaria ondeando una banderita de náufrago de la batalla contra los combustibles fósiles. Con un sentido de la oportunidad indiscutible.
Con una teoría libertaria casi contemporánea de las primeras letras de Marx, Javier Milei puso la pica en Flandes y le abre las posibilidades a otra realidad económica, al tiempo que se confunde consigo mismo tratando de encontrarle hueco donde enterrar a una desprestigiada casta política.
Cuando Milei dice que los defensores de la democracia occidental se encuentran cooptados por una visión del mundo que inexorablemente conduce al socialismo y en consecuencia a la pobreza ,le está abriendo la puerta de los chiqueros al primer toro de una corrida que nadie se atrevía a dar menospreciando agresivamente a todos los banderilleros de la izquierda y de paso a los matadores del capitalismo condescendiente.
Cuando repica que los empresarios no se deben dejar amedrentar ni por la casta política ni por los parásitos que viven del Estado, toca las campanas que muchos querían oír pero les da miedo adquirir. Y cuando remata planteando que los empresarios son héroes porque han creado el período de prosperidad más extraordinario que hayamos vivido, voltea por completo el orden económico que soportamos de los cenáculos gringos desde cuando terminó la última guerra mundial.
Por supuesto entra en zona de peligro al predicar que el estado no es la solución, que es el problema mismo. Y se mete en camisa de 11 varas porque al otro lado quedan los huérfanos del comunismo abolido o los leninistas como nuestro presidente Petro, que buscan acabar con los propietarios, estatizar los servicios de salud y muchos de los niveles de producción, pero en especial porque los oligopolios gringos no demorarán en convertir a Milei en el demonio anarquista más acervo que ha producido la historia.