Por: GUSTAVO ÁLVAREZ GARDEAZÁBAL
¿Han pensado alguna vez lo que nos podría pasar si de la noche a la mañana, y sin avisarnos, todos los espejos se quebraran en todo el mundo? Dónde podríamos vernos Cómo nos afeitaríamos? ¿Cómo sabríamos de nuestra apariencia? Obviamente es un texto de ciencia ficción, pero en escala y paradójicamente es lo que puede estarnos sucediendo en Colombia.
Hemos ido quebrando poco a poco lo espejos porque nos negamos a reconocernos a nosotros mismos. Obsesionados por caer siempre en el negacionismo y por ende marcados genética y culturalmente por la tendencia a dividirnos para polarizarnos, hemos vivido enfrentados siempre y muy pocas veces unidos para salir avante de las circunstancias difíciles que esa misma polarización nos ha otorgado.
Los sociólogos, si es que existen, nos han dicho que somos así porque nunca hemos tenido guerras de verdad de nuestro país contra otro y las amenazas que hemos soportado no han sido más que desastres naturales que nos despiertan los ánimos colaboracionistas.
Pero hoy,cuando vemos que el gobernante parece haber programado un desbarate del país y de sus estructuras para repetir 120 años después las tesis leninistas de que solo se puede arreglar lo que primero se destruye, nadie parece mirarse al espejo.
Todos creemos que lo que está sucediendo cuando el gobernante manda quemar las palas grúas de los mineros que algún riquito paisa avaro y un abogado bogotano truculento declararon ilegales, y no entendemos que los miles que viven del trabajo de esas palas se emberracan y salen a robarse las tractomulas cargadas de mercancía que pasan por la carretera, y creemos que ha sido algo dizque programado por el gobierno de Petro y no que se trata de una reacción típica del colombiano envidioso o vengativo, es porque no nos hemos mirado al espejo.
Cuando vemos a los indios del Cauca enfrentados con los negros trabajadores de los ingenios azucareros y contemplamos la inercia leninista del gobierno en no actuar, y no pensamos en la posibilidad de repartir la tierra en cooperativas o de ingeniarnos una salida gubernamental que impida el enfrentamiento, es porque no nos queremos mirar al espejo.
Y si vemos a los otrora poderosos dueños del capital paisa saltando el lazo de los árabes y judíos que quieren comprarlos o a las gentes de Bogotá o Barranquilla dejando el celular en casa porque si salen con él a la calle se lo pueden robar como en Cali, es porque quebramos los espejos para no mirarnos lo que verdaderamente somos.