Por: Gustavo Alvarez Gardeazabal
El profesor Pedro Medellin, en su columna del diario El Tiempo, dijo hace unos dias una verdad de puño, que por supuesto pocos leyeron y más poquitos aún dimensionamos. Para él, y para quien crea en el futuro de la patria, el presidencialismo centralista ha fracasado en Colombia.
Los ejemplos que da son contundentes. La pudrición de la estructura centralista y del abusivo presidencialismo ha ido en aumento porque remendando la Constitución centralista de 1886 implantada por Núñez, le dimos oxígeno a los problemas sociales, con López Pumarejo y a los políticos con la Carta del 91,pero no le hicimos ni camino ni metodología a una estructura nacional que no pudiendo abrirse paso en solitario, prefirió podrirse en la ilusión de que ya existe el poder municipal y departamental, pero tan solo en el papel, no en la realidad.
Porque no nos digamos más mentiras, todo se resuelve para alcaldes y gobernadores desde el gobierno bogotano. Hasta la solución del metro de la capital ha tratado de decidirla el presidente y no el alcalde de Bogotá. Estoy completamente de acuerdo con Pedro Medellín. Mientras más se muestra el poder presidencial centralista , mayor resulta ser su incapacidad para tramitar los problemas de las regiones.
La proliferación de estructuras guerrilleras regionales y de bandas armadas capaces de negociar de tú a tu con el presidente, es angustiante para quienes insisten en creer que no es la estructura la que se pudrió. Está llegando el momento de cambiarla entre todos.
Ojalá que en los diálogos de Petro con Sarmiento, los del Gea, los Gillinsky y los Ardila hablen de coincidir en cambiar de un tajo la estructura podrida antes de que se nos venga el techo encima y tengamos que reconstruir sobre las ruinas. Hay que frenar la sarta de errores y las pretensiones reformistas endebles y dañinas por lo vengativas. Lo que toca es volver a hacer patria.