Gardeazabal

Por: GUSTAVO ÁLVAREZ GARDEAZÁBAL

De niño me enseñaron a envidiar las luces de Medellín. Por alguna razón que todos le achacaban al ingeniero Toro Ochoa, la luz eléctrica que alumbró al comienzo del siglo XX a Colombia, distinguía a Medellín de todas las otras ciudades del país, porque allá lo bombillos no titilaban.

No existían los computadores ni los sensores de hoy. Los ajustadores de voltaje y corrientes lo hacían a ojo, sin más ayuda que el pálpito. Eso ,por supuesto enorgullecía a los antioqueños. Y cuando comenzó la moda de los alumbrados navideños, la diferencia y el orgullito repelente de los paisas, sí que aumentó.

Anuncio

Ningún colombiano que pasara en diciembre por Medellín podía negarlo. Las luces multicolores encandilaban el recuerdo y embelesaban a niños y ancianos. Yo no olvido la primera vez que fui a verlo. Me extasié en la Avenida La Playa y me quedé lelo viendo eso que era imposible para un niñito valluno, provinciano y alejado de la civilización.

Por estos días, la luz de Medellín, la que no titilaba, está en el banquillo de la controversia. Primero por las pruebas que deben hacerle a las dos turbinas que han instalado para salvar el gran error de Hidroituango.

Y segundo porque el alcalde Quintero ha dispuesto que el alumbrado de Medellín le pague derechos de autor a Disney para el uso de los personajes de la taquillera película ”Encanto” en las luces y colores con que adornarán las calles de la capital antioqueña en esta navidad 2022. Lo de Hidroituango era de esperarse, pero dados los antecedentes y la amenaza de una milmillonaria multa donde no se ponga en funcionamiento antes del 1 de diciembre, ha vuelto a poner en ascuas al país entero.

Ya hicieron las pruebas en seco y con aguas muertas del río, que como era de esperarse han obligado a más ajustes y correcciones en la almenara, donde detectaron unas fugas. Ahora vienen las pruebas con aguas dinámicas y, por supuesto, todos aspiran que salgan bien y el asunto no lleve a más demoras que reanimen la falta de fé en la electricidad de los antioqueños, que no ha titilado nunca, pero que ya perdió la imaginación y debe apelar a los gringos de Disney para conseguir la máxima satisfacción