Gardeazabal

Por: GUSTAVO ÁLVAREZ GARDEAZÁBAL

Decían en mi tierra campesina para significar claramente a los despistados que hay quienes oyen cantar el gallo, pero no saben dónde lo hace. Eso le está pasando a la recién llegada Ministra de Minas, Irene Vélez.

Ella, aun cuando fue criada en el hogar del pionero del ambientalismo colombiano, don Hildebrando Vélez, oyó cantar el gallo pero no supo dónde y seguramente ni cómo lo hace. Por eso salió diciendo una de esas carajadas que se vomitan cuando no se conoce bien de qué se habla.

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Importar gas nunca será mejor que producirlo aquí. Pero como no tenemos una red de gasoductos que nos conecten económica y eficazmente a todo el país y menos a los nuevos pozos que se acaban de descubrir, resulta más rentable y menos perecoso importar el gas desde Venezuela por el gasoducto que ya existe en La Guajira. O por Buenaventura importándolo desde Perú o Bolivia,como lo está haciendo Ecopetrol por estos días con una regasificadora temporal para suplir el abastecimiento del puerto.

No es entonces que resulte más caro como lo dicen los críticos de la ministra. Es que el nivel de odios,envidias y recelos entre los dueños y distribuidores del producto les impide pensar como país para no dizque dejar escapar el mercado. Empero si la ministra anti extractivista supiera que el gasoducto de la Guajira (que antes se usó para nosotros exportar) beneficia en un todo a Promigas, la empresa propiedad de don Luis Carlos Sarmiento, seguramente cambiará de criterio y promoverá la explotación de los pozos que acaban de descubrir en manantial frente a las costas de Santa Marta.

Y cuando, ella, la hija de don Hildebrando, se siente con el ministro de Hacienda y le expliquen que para poder salir adelante con el plan de gobierno social de su presidente Petro es necesario que le ingresen dólares al país (o que se los ahorre), seguramente entenderá que traer el gas desde Venezuela hasta Cali o Pasto, resulta más caro que traerlo a mitad de precio desde el Perú y bombearlo desde Buenaventura a Yumbo.

Es entonces cuestión de verla aprender, no de burlarse de ella porque es filósofa, o porque sea contradictorio verla de ministra de Minas si sufre del síndrome extractivista radical , que no le permite aceptar que se perforen más pozos petroleros ni se horade otra mina. Ella parece creer en que a la madre tierra no hay que tocarla y que Colombia debe ser un país donde no haya inversión extranjera. Respetable tesis, pero absurda en pleno 2022.