Por: GUSTAVO ÁLVAREZ GARDEAZÁBAL
De nuevo un gobernante de la Casa de Nariño ha dilatado la solución del cada vez más grave problema que significan la Policía Nacional y el Inpec. Y, una vez más, como lo han hecho todos los gobiernos en las últimas décadas, han nombrado a un general de la Policía para que se encargue de la dirección del cuerpo de trabajadores y guardianes que administra las cárceles colombianas.Y, por supuesto, una vez más le han echado tierra o sepultado la solución al lío que se les han vuelto la Policía y el Inpec.. No hay día que no se anuncie que miembros de la Policía Nacional salen complicados en la protección o ejecución de los mismos delitos de siempre. Y de la misma manera ya son demasiadas las versiones que los presos,los abogados y los parientes de los encarcelados cuentan del ordeñadero que es el Inpec.
Pero como lo decía hace unos días, nos acostumbramos a la corrupción de la Policía, la toleramos y la alimentamos con nuestro silencio o con el billetico, como igual les toca a los pobres presos y a sus familias para canjear privilegios. Han dejado crecer de tal tamaño la crisis de la Policía y el Inpec que al próximo presidente, si es que de verdad tiene cojones,le va a tocar liquidar ambas instituciones, como tuvo que hacerse en el pasado con el SIC y con el DAS. Constituir la Gendarmería Nacional en reemplazo de la Policía y con objetivos netamente civiles, despojándola de las tentaciones militaristas, no es un imposible y con voluntad y sin repartir baratijas se puede hacer.
El INPEC en vez de continuarlo uniendo al despelote de la Policía y de seguir nombrando generales y oficiales de esa rama para que administren la corruptela costosísima que está institucionalizada en las cárceles, debe ser liquidado del todo junto con sus más de 50 sindicatos. El país no puede seguir sosteniendo una farsa que cada vez tiene más aristas y en vez de evitarnos el derrumbe institucional, ayudan a que el desmoronamiento llegue más temprano que tarde, si es que no está a la vuelta de la esquina.
Insistir entonces en prolongar la falta de credibilidad en la Policía absteniéndose de reformar sus estructuras y degenerando su futuro sosteniendo esos mamotretos anacrónicos y cada vez más peligrosos de las Escuelas de Policía, es una terquedad condenable. Seguir creyendo que el lío de las cárceles se soluciona poniendo a un general de la Policía al mando del Inpec, es admitir que este país no tiene solución porque quienes lo gobiernan ni oyen ni ven ni entienden la cruel y dolorosa realidad.