Por: GUSTAVO ÁLVAREZ GARDEAZÁBAL
Por estos días, cuando andan amenazando que van a publicar las fotografías de un candidato presidencial disfrazado de Drag Queen, más de un coetáneo ignaro me ha estado preguntando sobre su verdadera significación puesto que relativamente es un término usado solo después de los hippies de 1960, aunque como personaje dramático, carnavalesco y teatral se usó desde antes de la primera guerra mundial.
Un Drag Queen es un hombre disfrazado exageradamente de mujer, pintorreteado artísticamente, usando peluquines y calzoncillos resortados para ocultar sus verijas. Con el paso del tiempo unos se volvieron exageradamente ruidosos y estrambóticos y otros han pretendido ocultar su masculinidad con los rasgos femeninos que le sobresalen desde lo profundo de su físico y de sus genes.
En Colombia,y en muchos países donde el machismo sigue imperando, los Drag Queens están íntimamente ligados al mundo gay y se les confunde con las locas travesti. Sin embargo un estudio menos somero puede hacer llevar a pensar que, a más de poseer unos señores cojones, se necesita mucho carácter para disfrazarse de mujer y jugar a no ser reconocido.
Conozco varios a quienes el vestirse como tales resulta siendo un desfogue de su recia personalidad y hasta de sus éxitos en la vida normal. Generalmente son divertidos pero como no dejan de ser caricaturas han sido quienes más han propiciado, sobre todo en los desfiles del orgullo gay, la idea de que ser Drag Queen es cosas de maricones perdidos.
Que un candidato presidencial reconozca públicamente que habitual o esporádicamente se ha disfrazado de Drag Queen, lo veo muy difícil. Y si le muestran fotos o video de cuando ha estado disfrazado, le quedará muy verraco enfrentarse a la aplanadora machista que todo lo minimiza con la palabra marica.
Sin embargo para las difíciles circunstancias colombianas ,y habiendo aguantado lo que nos ha tocado en suerte al mando del país, sería muy probable que un Drag Queen terminaría haciéndolo mejor como presidente por combinar estilos masculinos y femeninos, caricaturescos y ridículos y sobre todo por tener a borbotones la capacidad de disfrazarse en sus actuaciones públicas, lo que la colección de machos que han ocupado la Casa de Nariño tal vez no han tenido.