Gardeazabal

Por: Gustavo Alvarez Gardeazabal

El fracaso de la paz firmada en La Habana entre el gobierno Santos y Timochenko nació tarada porque fue exclusiva y excluyente. Solo la hicieron con un grupo de las Farc.No tuvieron en cuenta ni a los Elenos ni a los del Golfo que hacían la guerra paralelamente. Y como no pensaron en que quienes la firmaban ya habían obtenido los réditos de tantos años de guerra y quienes no la suscribían o no fueron convocados a la mesa, apenas estaban comenzando a rentar como guerrilleros, la paz quedó desequilibrada. Pero ese carácter excluyente se reforzó, o nació, de un error fundamental.

Nunca apareció en el texto final que hubiesen hablado del negocio de la droga, con el que se había sostenido la guerra y enriquecido muchos de sus actores.

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Resultaba obvio entonces que quienes no fueron a la mesa o apenas estaban comenzando en el negocio y quizás no habían alcanzado a sacar la plata al extranjero, se consideraran inmediatamente en oposición al pacto de paz.

El gobernante, con el premio Nobel a cuestas,y los medios los llamaron “disidencias” y dándoles un trato minoritario y despectivo se olvidaron de combatirles y hoy tenemos el resultado estruendoso de tener que volverse a sentar en la mesa de negociación, a buscarle la verdadera paz a una guerra que nunca se acabó, pero con la que nos ilusionaron a muchos. Como los errores son para corregirlos y aprender a no volverlos a cometer, lo más sensato sería esperar que los nuevos negociadores metan en las conversaciones el negocio y pacten sobre él.

Si no incluyen el tema de las drogas llamándolo como tal y no eufemísticamente. Si no se le ponen limites a la producción o un impuesto a su venta o se pacta una erradicación total ,esta nueva paz que se busca estará tan tarada como la anterior.

Ojalá el señor de las gafas, Camilo González, Mordizco, los anónimos comandantes del Golfo y por qué no hasta Iván Márquez, nuevamente, negocien el negocio dentro del acuerdo.