Por: GUSTAVO ÁLVAREZ GARDEAZÁBAL
El país se salvó el pasado 19 de junio que donde no hubiese ganado Petro hoy estuviéramos apagando incendios, destruyendo barricadas y sembrando más cruces en los cementerios. Y, por supuesto, también se salvó de haber escogido como presidente a un viejito con evidentes fragilidades de demencia senil que en los últimos 15 días de campaña solo mostró ganas de no ser presidente, radiografiándonos afortunadamente su verdadero estado mental.
Pero el país se va a joder, y de qué manera, si acepta la imposición absurda y peligrosa de que Roy Barreras sea el presidente del Senado para que se dé el lujo, y cobre por ventanilla, el derecho a imponerle la banda presidencial al señor Petro. El simboliza la política que el país repudia pero nadie ha sido capaz de echar al cesto de la basura.
En contrapeso, Colombia tiene todas las de salvarse y salir adelante con la llegada de Álvaro Leiva a la cancillería, cuyo nombramiento pedí aquí en una columna la semana pasada, solicitando que lo sacaran del cuarto de reblujo y no lo desaprovecharán más.
Leiva ya debe estar proyectando los planos para construir la pista de aterrizaje de Maduro en Bogotá a la posesión y de las bases de la unidad, nada descabellada de Pdvesa y Ecopetrol aprovechando las necesidades petroleras de Biden y sus demócratas que ya sacaron del averno al presidente venezolano. Y ni qué decir de lo que va a servir Alvaro Leiva para poder mermar el ímpetu de las disidencias comercialistas de las FARC y reabrir la mesa de diálogo con los elenos.
Pero, dolorosamente, Colombia se va a joder porque ha sido tal el tsunami de apoyos a la labor parlamentaria del nuevo gobierno desde todos los ángulos de las organizaciones que todavía tienen el descaro de llamarse partidos políticos, que se corre el riesgo de que el congreso haga lo posible por garantizar la existencia de las cooperativas de contratistas que casi todos sus miembros representan en sus curules.
En esas condiciones, el nivel de corrupción, de la ladronería de que hablaba con sobrada razón el descarriado Rodolfo, se crecerá tanto y de tal manera y tan sinvergüenzonamente que las tramas publicitarias de la persecución a las marionetas darán risa por lo nimias.Tal vez estemos presenciando la formación de un gobierno de cambio verdadero o quizás la cocinada de un sancocho muy colombiano que habrá necesidad de explicar con plastilina. Abramos entonces el racional compás de espera.