Por: Gustavo Alvarez Gardeazabal
Cuando no existían los cuerpos judiciales Hamurabi, en la antigua Mesopotamia, implantó la Ley del Talión. A partir de allí y como evolución de la justicia retributiva, el límite entre venganza y justicia siempre se remite a la disminución que ese concepto ha tenido. La mayoría de los pueblos han dejado de ser tan drásticos como el babilonio y la norma de ojo por ojo, diente por diente ya no se aplica en buena parte del mundo.
Empero, dos seguidores de las religiones abrahánicas, el judaísmo y el islam, no la han suprimido de sus códigos de comportamiento. Al Talión, en un todo, se está remitiendo hoy la dramática pero siempre miserable batalla de Israel y Hamás. En un acto que la razón no da cabida, los combatientes de Hamás, que gobiernan la siempre injusta franja de Gaza, resolvieron asumir su papel de terroristas y aprovechando las torpezas del gobierno de Netanyahu atacaron, miserable y cruelmente, a habitantes y visitantes de la zona fronteriza entre el enclave forzado de Gaza y los kibutz que rodean la frontera.
Sin consideración alguna acabaron la vida de hombres, mujeres y niños masacrándolos por el solo hecho de existir como miembros de un estado opresor. Con sevicia secuestraron, para pedir rescate, a un poco más de 200 judíos ,niños, jóvenes y abuelos, hombres y mujeres y estúpidamente se les olvidó que la Ley del Talión rige entre los pueblos semíticos y que podían despertar la furia de la venganza del gobierno de Netanyahu.
Ella ha llegado a unos límites de crueldad que el mundo civilizado está rechazando y en otros despertando peligrosamente los sentimientos antijudíos que hace 100 años llevaron a las matazones de Hitler y el holocausto.
Los videos de los palestinos en medio de sus ruinas, con los niños heridos en hospitales donde no hay ni con qué prender un ventilador, son de espanto. Pero ni la venganza se detiene ni los palestinos devuelven a los rehenes ni los judíos racionales son capaces de derrocar a Netanyahu