Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal
Si hay algo en lo que todos los colombianos estamos de acuerdo es en que la política empleada por el señor Duque con Venezuela durante sus cuatro años de mandato resultó un fiasco de marca mayor. Haber jugado a tratar de derrocar al dictador Maduro promoviendo la presidencia espúrea del señor Guaidó fue tan absurdo y equivocado como lo fue el haber propiciado la ruptura de relaciones diplomáticas y comerciales, y como fue de dañino y doloroso aislar al país hermano porque lo que logró fue dejarnos sin nuestro mercado natural.
Pero además impulsó la concentración en el territorio veneco de todas las fuerzas guerrilleras, disidentes o no y puso a Colombia a andar siempre caminando por la cuerda floja pretendiendo conseguir el apoyo de Trump para armar una guerra con Venezuela o negándose a entender la actitud del demócrata Biden, reinterpretando a Maduro y su combo. Pero todo ese sartal de burradas cometidas a nuestro nombre por el presidente Duque, ya es pura historia. Desde el fin de semana pasado, cuando una comisión presidencial norteamericana viajó hasta Caracas a conversar con el gobierno de Maduro sobre la estabilidad energética de la región, la posición de Duque y sus frenéticos apoyos uribistas y empresariales contra el gobierno de Caracas, quedó hecha trizas. Los Estados Unidos, ante el vaivén de la guerra de Putin con Ucrania y la posibilidad no solo de superar de alguna forma el déficit petrolero inminente generado por las sanciones contra Rusia, han tendido la mano de nuevo a Maduro y seguramente volverán a apoyar a PDVSA en la extracción de petróleo y renovarán la propiedad de la Citgo, la empresa petrolera veneco-gringa y hasta le darán de ñapa a Monómeros, en manos hoy de los amigotes de Leopoldo López.
En otras palabras que la actitud enhiesta de Duque quedó sin escalera y tan solo prendida de la brocha. Pero como ya Biden se la olía y ha citado para mañana al presidente Duque en la Casa Blanca, la oportunidad se la pintan calva al equivocado mandatario de los colombianos para que acepte humildemente su error y recule en todo sentido restableciendo las cortadas relaciones diplomáticas, comerciales y personales con el gobierno caraqueño. Equivocarse es de humanos. Corregir es de sabios.